Esteban se levantó a las ocho de la mañana. Se vistió sigilosamente. Caminó con cuidado de no hacer ruido. Cuando llegó a la mesa de centro sobre la que estaba el diario y las cartas. Comenzó a buscar en el desorden hasta que se topó con la foto de Alizeé. En cuanto la tuvo entre sus manos, la guardó junto con una buena parte de cartas que tenían el remitente de un hombre que las dirigía a la mujer del diario. Colocó las cosas hurtadas en la bolsa interior de su chamarra. No pudo terminar su tarea debido a que Julieta se despertó y caminó hacia él, llamando su atención.
—¿Qué haces amor?
—Empacando todo para no dejar nada. ¿Quiero que me acompañes?
Julieta sonrió y le dio un beso en la mejilla. Acto seguido se puso a ayudarle en la tarea.
—Entonces. ¿Tienes pacientes ahorita?
—Sí. Tenemos dos sesiones.
—Me da pena con tu profesor. Va a pensar que te estoy acaparando. Me imaginó que no entraré en la consulta o ¿sí?
—Lo siento amor, debido a temas de confidencialidad no puedes ingresar.
—Lo que presentía. ¿Qué te parece si mejor me quedo aquí? Paseo un rato por la playa. Conozco el lugar y en cuanto te desocupes vienes por mí.
—Claro, me parece excelente la idea. Te invito a comer a mi casa, yo lo preparo todo.
—Me encantan los hombres que se las dan de chef.
Esteban se inclinó y la besó despidiéndose de ella. Salió rápidamente del cuarto, para evitar que se diera cuenta de que llevaba las cartas y la foto. Se sentía el más ruin de los hombres, pero no podía librarse de sus acciones.
Julieta al quedarse sola tomó un baño relajante. Esa mañana se sentía tan plena y amada como nunca en su vida. Se decantó por un vestido verde que le quedaba perfecto. Decidió colocarse una chamarra abrigadora, ya que la mañana estaba fría.
Se dirigió al comedor de la posada a desayunar. Le sirvieron un café, con un waffle, miel y frutos rojos. Mientras ingería los alimentos, comenzó a procesar las situaciones que habían sucedido en cuanto llegó. Desde el instante en el que leía el diario, una parte de ella percibía que descubría la vida de una extraña y a la vez la embargaba una sensación de que eran sus vivencias, ya que había pasado por eso. No sabía si solo se trataba de empatía o de verdad las emociones que expresaba Alizeé habitaban en un rincón escondido de su alma. De hecho, percibía que conservaba algunas particularidades del carácter que ostentaba en el pasado. Era consciente que no lo tenía todo, puesto que ahora se sentía más fuerte y libre de lo que Alizeé alguna vez fue. Igual que si en este presente hubiera roto unas cadenas. No sabía cómo, pero eso era lo que había descubierto con lo poco que recordaba. O lo que leía a través de la información del diario.
Regresó de sus pensamientos. Le agradeció y pago a Mila por sus atenciones en el desayuno. Salió deambulando tranquilamente con su celular en mano. Atravesó el sendero escarpado que llevaba hasta la playa. Llegó a un pequeño camino pegado casi a la orilla. En vez de arena había rocas grandes protegidas por una red donde las olas pequeñas llegaban constantemente.
Julieta continuó caminando, a pesar de que el viento era frío y golpeaba su rostro. Le parecía agradable sentir la gélida caricia. No supo cómo terminó caminando tanto que de repente llegó al embarcadero donde partían y atracaban los barcos de pesca. No se acercó mucho al muelle. Cuando terminó la zona del embarcadero, pudo apreciar la playa más parecida a lo que estaba acostumbrada en México. Se topó con la arena fina. Sabía que llevaba mucho tiempo caminando, pero se sentía tan bien que continúo haciéndolo.
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Amor Entre el Tiempo.
RomanceSueños, enfermedad, visiones, son las cosas que empiezan a moverte el piso, una sesión de hipnosis te hace descubrir que estás entre dos hombres, debido a tu reencarnación, a cuál elegirías: amor o lujuria.