25.- Madre naturaleza

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Julieta estaba subiendo las escaleras hacia su departamento, agradeció a Dios que se hubiera dado la plática con Herminia. El hablar la hizo abrir los ojos. Ya no se podía mentir a ella misma, tenía un tiempo en el que sospechaba que ya no sentía amor de pareja por Roberto. Solo que no había sacado el valor de sincerarse con él ni consigo misma por temor al que dirían sus padres y sus amistades, por terminar su relación de varios años con él. En cierta manera sentía agradecimiento con Sarah porque le abriera los ojos y eso, dejo al descubierto el tipo de patán que era el hombre con el que se iba a casar. Eso le inyecto el valor para terminar con el que podría haber sido el peor error de su vida. Cuando llego al final de la escalera, se encontró en la puerta de la entrada a su departamento a Calixta.

—¡Guau vecina, estás guapísima! Me encanta tu look del charlestón, ¿no me digas que vas a una fiesta?

—Gracias, en realidad no.

—Qué bueno porque ya me había preocupado de que no pudieras ayudar con lo de la jardinera.

Julieta puso cara de sorpresa, ya no recordaba que para zafarse de los vecinos y el administrador había acordado arreglar su jardinera, y todo por mentir. Sonrió y le siguió la corriente a Calixta.

—Claro que, si te ayudo, solo déjame entrar a mi departamento, quitarme esta ropa, ducharme y tomar mis herramientas.

—Perfecto vecina, por la sal de grano no te preocupes, en la mañana fui a comprar diez kilos. No sea que nos falte.

—Ok, es mucha, pero nos vemos en un rato.

Julieta se despidió y entro a su apartamento para volver a ser ella. Mientras elegía ropa cómoda y así poder "arreglar la jardinera". Timbro su teléfono celular, era su madre, lo supo porque le envió un mensaje de texto, le decía que estaba muy molesta debido a que le había bloqueado su número y no respondía las llamadas a pesar de que era su madre. Herminia le dijo que estuvo con ella y que no lograba comprender por qué se había desaparecido. No entendía el que no los buscara a ellos, que eran su familia. Julieta contestó a su madre con otro mensaje de texto donde le decía que el día de mañana pasaría a su casa por la tarde para hablar con ella y su padre. Que en esos momentos estaba ocupada. Por curiosidad busco en internet lo que sucedería si agregaba sal a la jardinera, descubrió que terminaría matando las plantas. Paso saliva y se dirigió al departamento de Calixta.

—Entra Jully, ¿no te importa que te llame así?

—No, claro que no.

—Me encanta tu nuevo de look, muy de los años veinte. En especial con el vestido que traías.

—Sí, los cambios son buenos y ya estaba harta del otro estilo.

—No hay problema si mientras tú arreglas la jardinera yo me pongo preparar la cena.

—Sí, adelante. —Julieta respiro aliviada porque podría des hacerse de la sal sin tener que ponerla en la jardinera.

—¿Te gustan las empanadas de atún?

—La verdad nunca las he probado; sin embargo, se oyen bien.

Julieta hizo la pantomima de arreglar la jardinera en tiempo récord. No agrego la sal para no matar a las plantas. Tomo alrededor de tres kilos de sal y los colocó en el costal donde guardo la tierra. Lo metió a las cubetas y acomodó las herramientas arriba, ocultándolo. Fue con Calixta a decirle que llevaría las cosas a su casa, que regresaba a cenar.

Julieta tuvo un festín muy ameno con sus nuevos vecinos. Las empanadas resultaron ser un éxito, le encantaron. No sabía si por el hambre que tenía por solo haber tomado en todo el día el café y el brownie. Se disponía a despedirse de sus anfitriones, necesitaba correr a su apartamento y así poder hablar con Esteban. Acordaron llamarse a las siete de la noche, hora de Guadalajara.

—¡Espera! —Grito Calixta. —Falto lo más importante, yo creo que deberíamos los tres ir a pedirle a la madre naturaleza que no mueran las plantitas.

—Ya lo hice yo. —Trato de zafarse de algo tan absurdo.

—Nosotros no. Yo creo que entre más mejor.

Julieta asintió con la cabeza y los acompañó frente a la jardinera, poniéndose detrás de los dos, tuvo una sonrisa pícara al pensar todo lo que había provocado por una mentira.

Cuando estaba entrando al departamento. Recibió una videollamada de Esteban. Corrió a su cuarto y contesto entusiasmada.

—Te ves hermosa, pero me gustabas más antes. —Comentó con un brillo en los ojos. —No me mal interpretes, es solo que me parece que no eres tú, como si parte de tu esencia se ha esfumado.

—Lo mismo siento. Sospecho que mi otra vida, bueno mi otro yo, quiere remplazarme. Pienso que estoy peor de lo que pensaba, no recuerdo que paso de diez de la mañana a tres de la tarde. En ese tiempo me dediqué a parecerme a la chica francesa de los años veinte.

Esteban gesticuló una cara de preocupación y sorpresa. Sinpresionar y de la manera más tranquilapuso de su parte, necesitabaser claro y hablar con Julieta.

—Porque no vas con Alejandra para que te trate. Si no quieres que ella se entere. Te invito a mi casa, ven a Canadá. Tehospedarías conmigo. Le puedo pedir a un colega,bueno, en realidad es mi mentor, en estos momentos se encuentra de vacaciones aquí. Seguro que él nos ayudara a tratarte. Otra opción es que meconvierta en tu psicoanalista, eso si accedes a que te atienda yo.

Escuchó atenta. No quería regaños, culpa y sentimientos de preocupación por parte de su amiga Alejandra, por eso no habíaido con ella. Por otrolado,no quería que Esteban se convirtiera en su doctor. Si lo hacía, ya no podría acudir a él como amigo. La verdad no sabía si estabatransfiriendo las emociones de Roberto a Esteban. Le quedaba muy claro que ella nunca se sintió así ni una sola vez por su prometido. Ni por ningún otro hombre. El simple hecho de escuchar su voz la hacía vibrar por dentro de emoción.

—Quizás me anime a viajar contigo para que me vea tu colega, pero antesdebo resolver todo aquí, mañana tengo una cita con mi madre, así que pide a Dios si es que crees en el que mevaya muy bien.


Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora