36.- Sesión negada

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A la mañana siguiente se levantaron perezosamente. Julieta se puso una playera y unos pantalones de ejercicio de Esteban. Amarró el cordón de la pretina, ajustando la cinturilla con la intención de que no se le cayeran. Él sonrió al verla, ya que la ropa le quedaba enorme, pero aun así era encantadora. Bajaron a la cocina y descubrieron que Erick ya había preparado el desayuno.

—Buenos días, espero que pudieran descansar anoche. Cociné, huevos y café. Confío que sea de su agrado la comida.

—Muchas gracias doctor. Se ve todo delicioso. —Se sentó en la mesa del comedor y devoró su desayuno, ya que el ejercicio del día anterior, aunado al no haber cenado, la tenía hambrienta.

—Gracias —contestó receloso Esteban, por el hecho de que no sabía cómo tratar al doctor.

—¿Y qué planes tienen para el día de hoy? ¿Creen que sea posible que realicemos una sesión nuevamente? Me gustaría saber más sobre Dante. Necesito tener más posibilidades de encontrarlo.

Esteban se quedó serio por el comentario. El doctor volteó a ver a Julieta con una sonrisa cálida de simpatía y habló dirigiéndose a los dos sin ningún rencor.

—Lo siento mi querida niña. Las sesiones son muy pesadas, tanto para el terapeuta y los pacientes. Debido a que mañana viajo, el día de hoy tenía pensado visitar la zona. Confía en mí cuando te digo que quizás no necesites de más sesiones hipnóticas para encontrar lo que buscas. La clave no está propiamente en tus recuerdos. Por el contrario, la información se encuentra en el ahora. Que te parece si el día de hoy nos dedicamos a la búsqueda de Dante, ¿si es lo que realmente quieres?

—¡Eso sería genial! ¿Verdad, Esteban? Se lo agradezco mucho doctor —habló muy entusiasmada. Apretó efusivamente la mano del chico que hacía temblar su centro.

—Ya lo creo que es genial cariño. Es solo que tengo una duda, ¿cómo vamos a buscar a ese tal Dante profesor? —preguntó desconfiado. Mirando con ojos de pistola hacia Erick.

—Es cierto, tú no estás enterado de todo lo que pasó el día de ayer. —Volteo a ver con un brillo en los ojos a Esteban para que constatara que estaba molesto por su comportamiento—. Descubrimos que Alizeé murió precisamente en esta playa. Ya vez las Diosidencias de la vida. Así es como le llamas a estos sucesos, o ¿no?

Esteban tomó su café antes de contestar con rabia por el modo en el que Erick lo estaba tratando. Se sentía traicionado por él y eso lo molestaba.

—Exactamente así es la forma en la que llamo a esos sucesos que se dan en la vida muy rara vez. Dígame, profesor. ¿Cómo está tan convencido que eso es cierto y que no fue en otro lugar del mundo?

—¿Estás seguro de que lo quieres saber en realidad?

—¿Todo se encuentra bien? Siento que los dos se están atacando y me parece injusto que se peleen por mi culpa.

Los dos se calmaron en cuanto a la agresividad que se mostraban. Se congraciaron con la muchacha. Esteban la abrazó y le explicó al oído lo que sucedía.

—No estoy peleando con mi guía. Es una costumbre que tenemos de dialogar así, con la finalidad de retarnos y debatir las ideas expresadas. No existe tal agresividad, como tú crees.

Ella lo miró con cara de escepticismo. Iba a responder, cuando el doctor le robo la palabra y apoyó al muchacho, en pos de calmar las aguas.

—No te alteres, Julieta, por favor. Es un pequeño juego de voluntades el que ejercemos entre los dos. Nada de qué preocuparse. En cuanto al cuestionamiento de mi exalumno, quiero que sepas, que la respuesta que proporcioné la hice con bases. Más, no con fundamentos. Debido a que no tengo la seguridad de saber dónde se desarrollaron los hechos.

»Es importante recalcar que es una hipótesis, que, como tal, fácilmente se puede comprobar, o descartar. Podemos verificar si ha sufrido este lugar algún desastre natural como un tsunami. De ser así, descubrir en qué año pasó. También eso nos puede dar oportunidad de obtener un censo de las personas que murieron a causa del incidente. Claro está, si es que falleció alguien. Estableciendo esos puntos se buscará entre la lista el nombre de Alizeé. Si la ubicamos, eso quiere decir que este fue el último lugar donde ella estuvo con vida.

—¡Guau esto es genial profesor Erick, jamás se me habría ocurrido! Y si no hay nada aquí, entonces puedo seguir indagando donde sucedió algún tsunami. Buscar los fallecidos y descubrir la información real, pero aún no sé cómo podré encontrar a Dante.

—Todos en determinado momento, si dejamos algo pendiente, volvemos al lugar de origen donde tu alma quedo marcada. Ya sea porque estás enterado, o por las dichosas Diosidencias que son los detalles, o señales que te envía el universo con la finalidad de encausar los propósitos de esta vida. Es por eso que todos tenemos que estar muy atentos a lo que nos rodea. Es importante captar y aprovechar la oportunidad de continuar con el aprendizaje. Como ya he dicho anteriormente, cumplir tus objetivos.

—Entonces si todos estamos de acuerdo me gustaría que pudiéramos pasar primero a la posada donde me hospedo para cambiarme. Agradezco que me prestaras tu ropa, pero me queda grande.

—¿Por qué no dejas la posada y te vienes a mi casa?

—No quiero molestar.

—El profesor Erick se marcha mañana. No me incomodas, al contrario, me siento mejor si estás cerca de mí. Me gustaría aprovechar todo el tiempo que pueda estar contigo antes de que encuentres a Dante y me apartes de tu lado.

Julieta lo escuchó sintiendo como se le apachurraba su corazón al pensar en dejar a Esteban. Si lo meditaba fríamente tendría que llegar ese momento y de cualquier forma desde que se encontraba en Canadá, solo quería estar junto a él.

—De acuerdo, pero vamos rápido para alcanzar hacer todo lo de la investigación el día de hoy, ya que el profesor se va mañana. Me gustaría que nos acompañe por la experiencia que tiene.

Al escuchar que Julieta accedía a hospedarse en su casa, Esteban cambió en automático de temperamento, ahora estaba feliz como un niño en la mañana de Navidad. Se incorporó de inmediato. Fue por los abrigos y las llaves de su coche.

Ya en la posada, Julieta se cambió de ropa. Para evitar perder la playera y el pantalón de su chico. Los empezó a guardar en su maleta. Antes de meter la camisa, aspiro su aroma, ya que perduraba la esencia de Esteban. Sonrió debido a que lo que tenía entre sus manos era una prenda limpia, por lo que no era posible que guardara su aroma. Tomó todas sus pertenencias; el diario, las cartas y las fotos. Acomodó sus dos maletas, su bolso y se dirigió a recepción mientras Esteban llevaba su equipaje al coche donde aguardaba pacientemente el profesor Erick.

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora