Alejandra y Joel abordaron un taxi después de llegar a Canadá. Le dieron la dirección al taxista.
—Ale. ¿Qué no me dijiste que Julieta estaba hospedada en un hotel cerca del aeropuerto?
—Sí.
—Entonces ¿A dónde vamos?
—Tengo un pequeño pendientito, que necesito resolver antes de llegar con mi hermanita.
—¿Qué te traes entre manos?
—No te lo voy a decir, porque me detendrás. —Se acercó a Joel y lo besó profundamente para transmitirle seguridad —. No desesperes, pronto verán tus ojos lo que voy a hacer.
—Mmm. —repitió la consonante Joel, no muy convencido de lo que iba a pasar. Amaba Alejandra, era una mujer chispeante y con mucha vida, pero a veces a pesar de ser psicóloga se dejaba llevar por sus emociones y arremetía con todo como una fiera defendiendo a los que amaba. Al final terminaba arrepintiéndose poco tiempo después, de las acciones que tomaba o la forma en como los defendía.
—Te prometo que esta vez no me voy a arrepentir. Te pido que no pongas tu cara de psicoanalista, ya que eres un médico.
Llegaron a una casa al final de una pendiente en un vecindario residencial. Bajaron del taxi y Alejandra le pidió al conductor que los esperara, puesto que solo iba a entregar algo y se marcharían de inmediato.
Se acercó a la entrada de la casa, timbró en la puerta principal cinco veces. Se agachó al instante como si se abrochara sus agujetas imaginarias, ya que calzaba unas flats. Se abrió la puerta después de tal alboroto con el incesante timbre y tras de una pequeña espera. Observaron que un hombre muy alto se presentó ante ellos sin camisa, con una musculatura soberbia adornando su pecho. Se encontraba descalzo, con un pantalón negro de vestir y con algún tipo de tela roja corta envuelta en su cuello que hacía la función de bufanda. En la mano izquierda llevaba una botella de vino.
Joel se quedó atónito al ver que fue golpeado por el puño de Alejandra en sus partes nobles. Debido a que él no se esperaba el ataque y a pesar de la fuerza que irradiaba como hombre. Sin mediar palabra cayó desplomado sin oponer resistencia alguna hacia atrás. Debido a que estaba rígido como una tabla, terminó golpeándose la cabeza con la esquina de una mesa que se encontraba a un costado de él y hacia la función de adornar la estancia como pieza central del recibidor del hogar.
Alejandra se levantó después de la agresión y lo apuntó con el dedo gritando a todo pulmón.
—¡Tú sabes por qué!
Cuando la adrenalina salió del cuerpo de Alejandra, la embargó el arrepentimiento. Esteban se encontraba tirado en el piso bañado por completo por el vino, ya que la botella se había estrellado al caer. Ella seguía congelada viendo como su examigo no se movía de ahí, ni hacia el menor síntoma de dolor.
Joel se acercó al joven tirado en el piso. Se puso en cuclillas junto a él y de inmediato revisó sus signos vitales. Su respiración y su pulso era normal, pero al parecer estaba desmayado por el impacto. Le giró la cabeza para revisar en qué estado se encontraba el cuerpo lesionado y vio que el pelo cubría la herida que apenas era perceptible como de unos dos centímetros y por la cual sangraba.
—¡¿Está bien? ¿Lo maté?!
—Al parecer solo se desmayó por el impacto recibido en la cabeza.
Esteban comenzó a despertar mientras Joel y Alejandra murmuraban sobre su estado. En ese momento se quejó por los golpes y habló con voz aguardentosa.
—Toma todo lo que quieras de la casa, pero por favor mátame antes de que te vayas.
—No te voy a matar tarado. Mereces sufrir por lo que le hiciste a Julieta.
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Amor Entre el Tiempo.
RomanceSueños, enfermedad, visiones, son las cosas que empiezan a moverte el piso, una sesión de hipnosis te hace descubrir que estás entre dos hombres, debido a tu reencarnación, a cuál elegirías: amor o lujuria.