17.- Sueños y recuerdos

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Julieta ingresó a la casa de sus padres a las siete y media de la noche. Los encontró en el antecomedor de la cocina, cenando y charlando muy amenamente. Llegó y los saludo.

—Hola, buenas noches. ¿Ya cenando tan temprano? —Julieta contestó animada, besando las mejillas de ambos y dándoles un pequeño abrazo.

—Así es hija, cuando uno se vuelve viejo es importante cenar temprano para que el cuerpo alcance a realizar la digestión y así evitar problemas de otra índole.

—Ay Julietita, que haces por aquí con esas fachas hija. —La reprendió Olivia al observar cómo se encontraba desalineada.

—Estoy de incapacidad, por lo que me lo tome muy apecho y ya ni me arreglo mamá. No vaya a ser que me provoque otro ataque.

—En realidad eres muy melodramática. ¿A eso viniste? A echarnos en cara, que nos preocupamos por ti y que no queremos que te esfuerces de más y que por eso pedimos la incapacidad al doctor.

Julieta estaba dispuesta a contra atacar a su madre, cuando ingresó Eufrosina a la cocina con un trapo en las manos.

—Mi niña, qué bueno verte. Siéntate. ¿Quieres huevitos estrellados y unos frijolitos para cenar con tus papás? No vayas a despreciar la comida. Mira nomás qué flaca estás. Desde que te fuiste a vivir a tu departamento, no te alimentas bien. Tal vez por eso te enfermaste. Tus papás me dijeron que te pusiste muy grave.

Julieta se sentó en la silla para no desairar a Eufrosina, que toda su vida la había tratado como si fuera alguien de su familia.

—Está bien, dame los huevitos, pero con un chocolatito caliente, ¿qué te parece?

—Ya dijo, mi niña. —Eufrosina le guiñó el ojo muy contenta porque la dejaba chiquearla un poco.

Entre la charla que mantenían todos entretenidos, timbró el celular de Olivia, la cual contestó con cara de sorpresa al ver quién le estaba marcando.

—Robertito hijo, ¿qué sucede?, te oigo muy exaltado, hablas muy rápido y no te entiendo.

Julieta miró a su madre con cara de extrañeza, no entendía por qué su prometido le marcaba a su celular.

—Tranquilo, no sucede nada, ella está aquí con nosotros, ¿quieres que te la pase? —Olivia tomó su teléfono y se lo entregó a Julieta.

—Bueno.

—Por Dios, tengo más de dos horas llamándote y no respondes tu celular, se puede saber ¿por qué no tomas la llamada? Estoy desesperado, ya me comuniqué a todos los hospitales preguntando por ti. Dejé como última opción molestar a tus padres y resulta que estás ahí.

—Lamento haberte preocupado Roberto, pero me aburro mucho en el departamento, así que decidí salir a dar un paseo y venir con mis papás, la verdad es que no sabía que traigo apagado el teléfono, no fue mi intención molestarte.

—¿A qué horas regresas? ¿Quieres que vaya por ti?

—No te asustes. La verdad es que no voy a volver a mi casa hoy, me quedaré con mis papás, no te preocupes por nada. —Julieta se molestó que Roberto tratara de manejarla, y no había tenido oportunidad de poder hablar con Eufrosina de su recuerdo de la niñez.

—Bueno, está bien. ¿Cuánto tiempo vas a estar con ellos? —Roberto estaba molesto con Julieta. No entendía como le hacía esto. Prácticamente, ya era su esposa y no se dignaba a compartir sus planes. No podía discutir con ella, no quería que se pusiera mal de nuevo. Decidió llevar la fiesta en paz.

—No lo sé, mañana te hablo, ahorita voy a poner a cargar mi celular, que pases buenas noches. —Julieta tenía que ser tajante con el porqué, de lo contrario él trataría de dominar todos los aspectos de su vida.

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora