20.- Conejillo de Indias

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A la mañana siguiente Julieta despertó gracias al constante timbre de su celular, se molestó porque interrumpieran su sueño, ya que se había desvelado haciendo un boceto a lápiz de la figura que vio en el descansillo de la escalera.

—Bueno. —Contesto malhumorada a su amiga.

—Perdón, ¿desperté a la princesa a las diez de la mañana? —Respondió Ale sardónica.

—Sí. ¿Qué pasa?

—Es solo que me hablo Esteban y me pidió tu número de teléfono. Te conozco como eres, prefiero preguntarte si estás de acuerdo que sé lo dé. —Preguntó Alejandra mirando su manicura recién hecha.

—Sí, claro. —Contestó Julieta sin pensar y algo nerviosa por las mariposas que se produjeron en su estómago, se sintió como cuando iba a hablar por primera vez con su crush de la secundaria.

—Ni lo pensaste Jully.

—Pues me pareció muy agradable y tú comentaste que es muy bueno en su trabajo.

—Y en lo que no hace también se destaca. Cariño, si lo sabré yo. —Contesto burlona.

—¿Qué es lo que tratas de decir?

—Que ya te engancho y ni siquiera lo has visto en persona.

—¡Qué idiota eres Alejandra! Recuerda que me encuentro comprometida.

—Yo sí estoy consciente de tu compromiso, pero ¿y tú? Te conozco ¿Niégame que te movió el tapete? Tiene una voz que te hace babear y eso que no le has visto la cara, el cuerpo sexy y es muy intelectual. —Termino de hablar Alejandra con una sonrisa pícara.

—A mí se me hace que estás celosa porque piensas que Esteban te va a robar a tu conejillo de indias. —Contraatacó Julieta para no tener que responder que se sentía muy atraída por él.

—Jully te amo como a una hermana y si Esteban me roba a mi conejillo de indias, pero logra ayudarlo, me voy a sentir más que satisfecha.

—Entonces, resuelto. Pásale mi contacto y que se adueñe del conejillo de indias.

Alejandra se despidió. Colgó el teléfono para mandarle el número de celular de su amiga en un mensaje a Esteban. Al terminar con la llamada, Julieta se sentía extrañamente emocionada debido a que había pedido su número de teléfono. Sabía que él solo se encontraba interesado en ella porque la veía como un caso más, un conejillo de indias. El timbre de su celular la saco de sus ensoñaciones, al ver la pantalla apareció un número no registrado, lo identificaba con procedencia de Canadá. Su corazón dio un brinco y al instante contestó.

—Diga.

—Hola buen día Julieta, quizás no me recuerdes, soy Esteban, el colega de Alejandra, perdón que sea inoportuno, pero me preocupo por ti y me gustaría saber ¿cómo te encuentras?

—Claro que no me molesta. La verdad es que necesito compartir unas cosas contigo. Me gustaría contar tu total discreción, ya que no quiero que por el momento nadie se entere de esto, ni mi amiga Alejandra. ¿Crees que pueda confiar en ti?

—No eres mi paciente, pero te doy mi palabra de psicólogo que no saldrá de aquí nada de lo que me digas.

—Prefiero tu promesa de caballero, ya quedo aclarado, que no soy tu paciente.

—Te lo prometo, puedes confiar en mí, como hombre y amigo.

—Encontré el apartamento que activo uno de mis recuerdos de pequeña. Fue tan real el ver que una mujer se suicidaba saltando de la cornisa. Lo renté y ahora estoy viviendo en él para ver si recuerdo más cosas. Ayer, cuando subía las escaleras en el descansillo, me mire en el espejo y tuve un flashazo de una mujer totalmente diferente a mí.

No sé explicarlo, pero pude ver o recordar cómo se veía en el espejo, yo no era físicamente. Tengo la sensación de saber que en realidad si soy ella, la esencia, el espíritu, no sé muy bien explicártelo.

—Te entiendo completamente. Como psicólogo te comento que no siento que sea adecuado que hagas eso. En tu otra existencia fuiste una persona diferente, con la misma esencia. Tienes que seguir con esta vida. En el hoy y el ahora.

—Más no te he contratado como mi psicólogo. En este momento eres solo un joven que escucha lo que le sucedió a una muchacha, con relación de amigos. Recuerdas.

—Lo sé mademoiselle. Te comprendo y sé que no puedes continuar con tu existencia hasta que no resuelvas tu vida pasada.

Esteban se quedó callado esperando la respuesta, Más no hablaba ni emitía ningún sonido por lo que se preocupó.

—¿Sigues ahí Julieta?

Se había desconectado de la llamada. Quedo en trance al momento de escuchar la palabra mademoiselle de los labios de Esteban. Vio que se encontraba en el balcón del departamento donde estaba la jardinera de la terraza, del techo colgaban muchas jaulas con diversidad de pajaritos de múltiples colores, con esmero tomo las plantas y las saco con todo y raíz, las coloco con delicadeza en una olla enorme. En un costal puso tierra con un traste cóncavo de metal con el que le servía para escarbar. El macetero era profundo, por lo que lleno el costal. Después limpio lo más que pudo la base de material de la jardinera y deposito una caja de metal grande dentro. Expreso una oración mirando al cielo, directamente a la luna que sentía que la observaba, las dos eran testigos de lo que sucedía en esos momentos. Hizo una mezcla de materiales en un recipiente, agrego agua hasta que formo una pasta gruesa y suave. Cubrió la caja y la superficie vacía con telas de múltiples colores, hasta que quedaron a un mismo nivel. Agrego la mezcla cubriendo todo a detalle y dejo fraguar. Ingreso al departamento y comenzó a llorar en el sillón individual, en el cual quedo acomodada como si fuera un bulto.


Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora