11.- Para vivir hay que morir un poco

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Julieta llegó a su departamento y se encontró a Roberto sentado en la sala leyendo un periódico, en cuanto la vio entrar por el umbral de la puerta, se levantó de inmediato para ir con ella.

—¿Qué te pasó, porque vienes en este estado?

Julieta intentaba hablar, pero en vez de eso cuando abría la boca para emitir alguna palabra, solo comenzaba a llorar sin parar, ya que no podía controlarse.

—Tranquila, relájate, ¿le pasó algo a tu papá? —Preguntó angustiado Roberto.

—Julieta solo negó con la cabeza.

—¿Te robaron?

—No —Respondió Julieta, con los ojos aún empapados de lágrimas.

En ese momento comenzó a timbrar el teléfono de la casa, corrió Roberto a contestarlo.

—Bueno, ¿Quién habla?

—Hola Roberto, soy Alejandra, ¿Ya llegó Jully a casa?

—Si, ¿tú sabes que le sucede? Llegó a casa y se encuentra muy mal, parece como si estuviera en trance, como si le hubieran hecho algo, ¿Le pasó algo que la traumatizó? Jamás la había visto así, si sabes algo al respecto, te pido que hables, por favor.

—Estábamos en una terapia y algo salió mal.

—¿Cómo qué estaban en una terapia? está destrozada, por Dios Alejandra, no me mientas, dime que sucede. —Respondió Roberto muy molesto.

—Mira Roberto, lo que pasa es que el día de hoy tuvimos nuestra primera terapia de regresión por medio de hipnosis, el problema es que salió del transe antes de tiempo y no quiso hablar conmigo. ¿Cómo la ves en estos momentos? —Preguntó Alejandra angustiada.

—Por favor, déjame hablar con ella, ponla al teléfono. —Roberto extendió la mano dándole el teléfono a su prometida.

—Es Ale, amor, quiere hablar contigo. —Julieta, rechazó el teléfono negando con la cabeza. Se levantó del sofá donde la había acomodado Roberto y se fue directo a su recámara.

—Mira Alejandra, creo que no es prudente en este momento el que charles con ella, no sé cómo pudiste dañarla tanto, pero por hoy ya hiciste suficiente, te pido que te alejes de ella y si más adelante ella decide contactarte te buscará.

—Roberto, es importante el que yo hable con ella, por favor.

—Ya te lo expliqué, ella no quiere hablar contigo.

—Está bien, pero te pido que estés al pendiente de ella por favor, ya que no sé qué pueda pasar. —Colgó el teléfono Alejandra.

Roberto llegó a la recámara y encontró a Julieta echa un ovillo en una esquina de la cama, sin moverse, el muchacho la ayudó a ponerse el pijama y se acostó junto a ella, abrazándola para proporcionarle seguridad. Julieta que no soportaba por lo general los abrazos en ese momento lo agradecía, ya que la hacía sentirse protegida, pronto los dos se quedaron dormidos.

En la madrugada Julieta comenzó a moverse de un lado a otro como cuando presentaba sus pesadillas, solo que en esta ocasión Roberto trataba de despertarla, pero no podía.

Julieta tiene los ojos cerrados, siente como le acaricia su rostro la brisa del atardecer en la playa, continúa con su paseo caminando a lo largo de la orilla del mar, toca su vientre en forma protectora y siente la cálida y suave arena bajo sus pies, voltea al horizonte donde se unía el cielo con el mar, descubre que se ve muy extraño el océano ya que se ha recorrido el agua, como si se empeñara en apartarla de su amado. A lo lejos escucha unos gritos, es un nombre, que por extraño que parezca, sabe que la llama a ella, al voltear a la derecha el hombre corre hacia ella, en cuanto lo ve su corazón empieza a palpitar rápidamente, no sabe si de gusto o de temor ya que algo le grita. No lo logra entender por la distancia a la que se encuentra, voltea de nuevo al mar y puede ver como la ola se levantó muchos metros y se dirige hacia ella, teme por él, trata de correr hacia él, pero el agua la encuentra antes y el impacto es tan duro que la sumerge golpeando hasta el fondo, trata de subir a la superficie, pero se encuentra herida y el movimiento del agua jamás lo permite, su cuerpo termina las reservas de oxígeno que guardaba y por inercia trata de inhalar aire. Lo único que obtiene es llenar sus pulmones con agua, quema al pasar y duele el pecho, pero después de un tiempo no duele más y se rinde pidiendo a Dios una segunda oportunidad. A la vez agradece por lo vivido, y todo termina cuando una paz envuelve su cuerpo.

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora