28.- Forzar la situación no ayuda

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A la mañana siguiente le marcó Chucho para comentarle que todo se encontraba bajo control. Ya había eliminado el video. Le aseguró que estaría rastreando la red en caso de que alguien más volviera a subir algo respecto a Sarah y Roberto. Ya fueran las fotos o la grabación. Se comprometió a que lo eliminaría de nuevo. Colgó la llamada, ya que la estaba tratando de contactar Esteban.

—¿Cómo te encuentras? ¿Ya tienes listas las maletas para venir de visita a Canadá? —Hizo la pregunta de todos los días. Él tenía la esperanza de que en una de las tantas veces que se lo proponía. Acabaría accediendo, eh iría a su encuentro.

—No sé, creo que no sería correcto.

Julieta reprimió sus ganas de aceptar la proposición. Cada vez le costaba más trabajo rechazarlo. Mientras contestaba, escuchó la melodía del timbre de su puerta sonar con insistencia.

—¿Están timbrando en tu casa?

—Sí. Yo creo que va a ser Calixta, mi vecina. Déjame ver que quiere. Ahorita regreso.

Julieta dejó su teléfono celular recargado en el centro de la mesa. Le parecía un sitio excelente para colocarlo. De esa forma podía imaginar que estaba hablando con Esteban como si estuvieran frente a frente. Y no en una videollamada.

Cuando abrió la puerta. Roberto ingresó intempestivamente en el apartamento. Haciéndola a un lado. Estaba loco. Entró en la cocina y las dos habitaciones buscando algo.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué entras así a mi departamento?

—Así es que es tuyo. Dime, ¿por qué me estás esquivando?

—No te estoy evitando. La verdad es que no me interesa hablar contigo. Tú y yo no tenemos nada que ver. Así que si te marchas te lo agradecería.

—Amor, no sabes cómo me puse cuando supe que pasaste la noche aquí. Imaginé que te encontrabas con un hombre. Por favor me tienes que escuchar.

Esteban alcanzaba a ver la escena. Julieta se hallaba al lado de Roberto, parada frente a la puerta del apartamento. La mantenía abierta, parecía como si estuviera dispuesta a salir corriendo. Él decidió no decir nada y ser un simple espectador. Por lo que podía apreciar el ex se veía alterado. Él sentía impotencia. No podría protegerla sin estar ahí.

—No soy tu amor, y si estuviera con un hombre no es de tu incumbencia. Márchate o llamo a la policía con el fin de que te saquen.

—No me voy a ir de acá hasta que no me escuches.

—Pues me da pena. Yo voy con una amiga.

—Aquí te aguardo.

—Lo siento, no podrá ser. Tengo malas experiencias dejando personas en mi casa cuando no estoy. Sal por favor.

—No me voy a ir. —Roberto se sentó en uno de los sillones de la sala.

Julieta fue al comedor. Tomó su celular. Accionó la tecla del silencio. Entró a su cuarto cerrando con llave. Agarró su bolsa. Puso todo el dinero en efectivo que tenía en el apartamento. La caja de metal con el diario y las cartas. Así como las llaves de su coche. Decidida pasó hasta desaparecer del apartamento y para que Roberto no la siguiera lo dejó encerrado con llave. Salió corriendo a la pensión donde tenía estacionado su carro. En cuanto subió a su coche activó el sonido. Esteban se sentía muy preocupado porque vio que metía el celular funcionando a su bolsa y no había hablado.

—¿Julieta estás bien? ¿En dónde te encuentras?

—Sigue en pie la invitación para estar lo que queda del mes contigo en Canadá.

Amor Entre el Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora