Especial San Valentin 🖤

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Marian Brown

Años atrás.

— ¡Mami, buenos días!

— ¡Por Dios Amara, deja de saltar así en la cama! — Regaño a mi hija mayor.

— ¡Buenos días mami! — Seguido salta Adam, el cual, al parecer, no escuchó mis regaños hacia Amara.

— ¡Qué ya basta! — Grito enojada. Vaya manera de despertar—. ¿No pueden ser menos molestos? — Les pregunto mientras me levanto de mi cama de malhumor.

—Pero... — Amara intenta hablar.

— ¡Pero nada! ¡Los quiero de vuelta a su cuarto! — Señalo la puerta de mi habitación indicándoles que se marchen.

Ellos se quedan estáticos, Amara me mira algo triste y Adam me mira con ¿enojo?

— ¿Qué están esperando? — Inquiero—. Es San Valentín y quiero pasar un día feliz, un día sin amarguras. Agradecería que colaboraran con esto.

Dicho esto Amara no lo piensa más y toma de la mano a su mellizo, yéndose de mi habitación como acabé de pedir.

Sí, lo admito, mis hijos son inteligentes para sus 7 años de edad, pero eso solo hace que se vuelvan un tanto molestos algunas veces.

Obviamente que les tengo cariño, son mis hijos después de todo. Pero sinceramente, nunca quise tenerlos, fui prácticamente obligada por mi madre.

—Buenos días, esposa mía—. Estaba tan ocupada divagando por mi mente que no me di cuenta cuando Luciano entró a nuestra habitación y me tomó por las caderas.

—Buenos días, querido—. Me doy la vuelta lentamente y él me da un corto beso.

— ¿Problemas? — Sé que se refiere a los mellizos. Rebusca en su clóset la ropa que se pondrá, ya que acaba de salir de la ducha.

—Ujum—. Reparo su cuerpo mientras se quita la toalla.

Que buenos gustos tengo.

—Ya sabes cómo son de molestos algunas veces—. Agrego y mi esposo me da la razón.

— ¿Cómo pasaste la noche? — Me da una sonrisa pícara mientras se termina de vestir.

—Bien—. Mejor no le sigo la corriente, no quiero tener sexo en estos momentos.

Prefiero el sexo nocturno antes que el mañanero.

— ¿Qué hora es?— Me ato mi largo cabello en una coleta mientras él se acomoda su corbata

—Las 6 de la mañana.

—Bueno, me iré a duchar—. Informo y salgo de la habitación.

Después de un buen baño, estoy satisfecha terminando de vestirme.

Opto por ponerme un vestido rojo ceñido a mi cuerpo, el cual acompaño con un cinturón color negro y unos tacones de punta de 8 centímetros del mismo color que el cinturón. Cepillo mi cabello y lo dejo suelto. Me pongo un poco de sombras y un labial rojo para sellar mi atuendo.

Me miro una última vez en el espejo.

Eres hermosa, Marian Brown. Belleza pura.

Eres poderosa.

Eres inteligente.

Eres... perfecta.

Dichas estas palabras salgo en busca de mi familia.

—Mmmm, ya. — Escucho la voz de mi esposo. Proviene de la cocina y ya está con los mellizos desayunando.

— ¡Amara, por Dios! — Se asusta con mi grito y Luciano no despega la vista de su periódico.

Secreto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora