Capítulo 44🖤

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Amara

― ¿Dónde estamos? ― Sonrío al llegar. Todo parece un verdadero paraíso. El aire es cálido, pero con una brisa ligera. El paisaje que veo es magnífico, es como una mezcla vibrante de verdes esmeraldas y azules turquesas.

―Islas Seychelles― la voz ronca de Damián hace que todo mi cuerpo se erice.

―Siendo más específicos, estamos en Mahé― caminamos los 3 juntos mientras Adam profundiza más en el tema― es la isla más grande, el corazón.

―Es maravilloso― hay muchísimas personas a pesar de la hora. Se ven alegres. Tienen un brillo en especial― Y... ¿Dónde nos quedaremos? ― Me giro, viéndolos fijamente y caminando dando la espalda, como una niña pequeña.

Hablamos en el camino. No puedo ocultar mi felicidad, juro que no. A comparación de aquella vez... ahora sí soy feliz. De una forma rara me siento completa.

―Bienvenida a nuestra villa privada― después de lo que parece ser una eternidad, llegamos. Si antes todo era hermoso, ahora es perfecto.

―Pensé que sería un hotel― chillo emocionada y no esperamos nada para entrar.

―Es mejor así, nena. Mayor privacidad― responde Damián a lo que yo sonrió.

― ¿Sí? ― Me acerco a los dos, dándoles un pequeño besito. Adam trata de tomarme de la cintura, pero se lo impido, corriendo por todo el lugar.

― ¿Quieres jugar a las escondidas, hermanita?

―La mayor soy yo, recuérdalo― me rio mientras encuentro la que es nuestra habitación. Busco mi móvil y solo hace falta un "play" para que suene esa canción. Mis hombres no se quedan atrás y me alcanzan. Sus miradas reflejan intriga, pero también hay algo más... deseo.

Parecen hipnotizados por mí, así que no dudan en sentarse en la cama cuando se los ordeno con mi dedo. Sonrío. Me gusta ser dominada algunas veces, pero ver como mis esposos se mueren por mí es otra sensación.

La suave melodía de "Earned It" comienza a llenar la habitación, y con esto, una chispa de electricidad recorre todo mi cuerpo. Mis chicos siguen sentados en la cama, mirándome con una mezcla de deseo y anticipación. Sé que esta noche es especial para los 3, así que entre más inolvidable sea, mejor.

Empiezo a moverme lentamente, dejando que la música guie todos mis movimientos. Deslizo mis manos por mis caderas, siguiendo el ritmo seductor de la canción. Mi cuerpo se balancea con cada nota, y mis ojos no se apartan de los suyos. Están perdidos en este gris.

Con un giro suave, quito la primera prenda, dejándola caer al suelo con un movimiento sensual. El vestido de fiesta es muchísimo más ligero que el de la boda. Sus miradas se intensifican y eso me hace saber que el control me pertenece. Me acerco a la cama, dejando que mis dedos rocen ligeramente los hombros de Adam y luego los de Damián, sintiendo la tensión en sus cuerpos.

Mientras seguía bailando, giré lentamente, dándoles una vista completa de mi cuerpo. La música aumenta su intensidad, y con ella, mis movimientos se vuelven más provocativos.

La lencería que tengo no permite que dejen de admirarme. Siento la mirada ardiente de Damián recorrer cada curva de mi cuerpo, mientras que Adam no puede apartar los ojos de los míos. Me acerco aún más, peligrosamente, balanceando mis caderas al ritmo de la música, y me inclino hacia adelante, rozando mis labios contra el cuello de Damián, luego el de Adam, dejando un rastro de besos suaves y pecadores.

La última prenda cae al suelo, y aquí estoy, completamente desnuda ante ellos, la música aún llenando la habitación con su ritmo hipnótico. Me muevo, subiendo a la cama, arrodillándome entre ellos. Mis manos recorren sus torsos, sintiendo sus corazones latir con fuerza.

Con un movimiento fluido, me aproximo primero a Damián, rozando mis labios contra los suyos en un beso profundo y cargado de deseo. Luego me voy hacia Adam, repitiendo el gesto. Siento la electricidad correr entre nosotros. Cada toque, cada caricia, todo es fantástico.

Me aparto un poco, dejando que la música marque el final de mi baile. Damián es el primero en moverse. Con un movimiento suave, se levanta y me tira con el hacia la cama. Sus ojos oscuros me hacen estremecer.

―Ven aquí, amor― la voz autoritaria de Adam me fascina... Quedo en el borde de la cama y mi mellizo se inclina sobre mí, sus labios encuentran a los míos en un beso lleno de hambre.

Las manos de mi otro hermano recorren mi espalda, bajando lentamente hasta mis caderas. El calor de sus cuerpos cerca del mío es excitante. Un gemido suave se escapa de mis labios cuando ambos me recuestan en la cama. Damián se quita por completo su corbata y me ata las manos al cabecero de la cama. La sensación de vulnerabilidad es demasiado placentera en estas circunstancias.

Adam se posiciona a mi lado derecho, sus dedos acarician mi piel mientras que Damián me besa lentamente, sus labios van primero a mi cuello y después a mis pechos. Mordisquea y lame, alternando sus movimientos. Pequeños espasmos recorren mi cuerpo.

―Quiero escucha todo― gruñe Damián― cada suspiro, cada gemido― Adam no se queda atrás, reparte besos por mi abdomen mientras que desciende lentamente. Aprieto involuntariamente a Adam cuando llega a mi intimidad, su lengua se desliza allí de una manera hábil y confiada. No puedo concentrarme, Damián sigue torturando mis pechos. Ambos me llevan a la locura.

Mis gemidos y los suspiros de ellos llenan la habitación. No me contengo y soy bastante ruidosa. Me gusta sentir que llevo el control, si, pero ser objeto de deseo de estos hombres es una droga muy poderosa. Damián se levanta y con un movimiento, me da la vuelta, dejándome de rodillas, pero con mis manos aun atadas. Adam queda atrás de mí, sus manos se posan firmes en mis caderas y sin previo aviso, entra en mi con fuerza. Chillo de la sorpresa.

Damián toma mi barbilla, no aparta su mirada de la mía, su erección roza mis labios y entiendo perfectamente.

―Abre la boca, nena― obedezco, me gusta complacerlos. Su sabor llena mi boca, me siento completa. Adam empieza su ritmo, es suave, pero a la vez no. Me siento abrumada.

Mis hombres coordinan sus movimientos, cada uno aumenta la intensidad, llevándome a un clímax rápidamente. Mis gritos se ahogan gracias a Damián, Adam acelera cada vez más, apretando su agarre en mis caderas.

Adam se tensa y segundos después siento su venida, los gemidos de Damián me elevan aún más.

Colapso en la cama, mi cuerpo tiembla y estoy a punto de dejarme ir, pero...

―Esto no ha terminado aun nena―, Damián se acomoda nuevamente, sentándome encima de él. Yo misma guio su polla a mi entrada. Marco mi propio ritmo, besándolo a la vez. Adam reparte caricias por mi espalda y se que esta no será una noche rápida.

Secreto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora