Amara
―Desde que supe de tu existencia le dije a mi hijo que te mantuviera lejos de el― escupe sangre mientras trata de formular bien las palabras.
―Ojalá te hubiera hecho caso, Hera― suspiro dramáticamente mientras me pongo unos guantes.
― ¿Qué harás? ¿Matarme? ― Se ríe en mi cara― no tienes las agallas. Eres cobarde, Amara.
―No, Hera, estas equivocada. No voy a matarte― niego lentamente.
Pedí que trajeran a Hera al sótano y, efectivamente, eso no fue nada difícil. El ambiente no es agradable, el aire es impregnado por el olor que emanan los excrementos de Hera, lleva aquí 1 semana, sin comida y sin agua, lo suficiente para que pueda vivir.
Me acerco lentamente, haciendo resonar mis pasos en el silencio, aunque sé que nada saldrá de estas paredes. Tomo un par de tenazas y un cuchillo. Hera no deja de mirarme, su expresión se empieza a deformar por el miedo, no tiene una mordaza en su boca, pero por alguna razón no puede gritar... no es mala idea quitarle la lengua.
―No me gusta que me subestimen― susurro cerca de ella― créeme que al terminar todo esto desearas estar muerta. Quiero que empecemos con algo simple, ¿te parece?
Coloco las tenazas alrededor de una de sus uñas, apretando con bastante fuerza. El primer tirón le arranca un grito de desesperación, el dolor es muy visible para ella. No me detengo, no tengo porque sentir piedad. Nadie tiene piedad por mí.
Repito el mismo acto con cada uña de una manera lenta, deleitándome con cada momento de agonía, disfrutando sus malditos gritos de auxilio. Imagino que son los gritos de Asteria, Katherine y Hayley y lo disfruto muchísimo más.
― ¿Sabes que es lo que más duele? ― Continuo, mirándola fijamente― que se desquiten con personas que no tienen que ver mucho en la situación. Pero... tu hijo lo dejó claro, Hera, estamos haciendo esto con las personas que para el otro son importantes, sin embargo, no sé si Adonis es siquiera capaz de amarte a ti.
Hago una pequeña pausa, observando el rostro de mi ex suegra, las lágrimas caen y se mezclan con algo de sangre. No me inmuto en lo absoluto.
Tomo el cuchillo de nuevo, pero lo dirigido hacia el abdomen de Hera, justo donde estuvo Adonis hace unos años. Cada corte, cada rasguño es una clara manifestación de la frustración que he retenido desde que sucedió lo de Asteria. No... desde que Adonis me mantuvo cautiva con él.
La sangre gotea lentamente del cuchillo y me detengo por un momento, deleitándome con mi obra maestra.
― ¡Para, por favor para! ― Al final, no puede reprimir el grito― ¡esto es con mi hijo, no conmigo, búscalo a él!
―Ellas también rogaron― me burlo de su estado― eres su madre, Hera. Y hay un dicho muy interesante... "ojo por ojo, diente por diente", lo escuchaste alguna vez, supongo. ¿Y sabes que quieren decir esas palabras?
―Por favor...― se ahoga con su llanto.
―Es una expresión y hace referencia a la idea de que cualquier castigo debe ser equivalente al daño que se ha causado― ignoro sus suplicas. El aire de la habitación no me hace muy bien ya que nuevos mareos llegan a mí, sin embargo, no me detengo.
Hago un corte mucho más profundo en su brazo, queriendo atravesarlo por completo. Los gritos de Hera resuenan por todo el lugar, aturdiéndome.
―Sientes eso, ¿lo sientes? ― Grito― ¿¡Sientes la sensación de saber que estas vulnerable!? ¿¡De que directamente no estas involucrada en esto, pero tu hijo si!?
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Secreto prohibido
RomanceAmara Brown siempre ha creído o bueno, se ha tratado de convencer de que su vida es perfecta. A sus 20 años, lo único que piensa es en terminar su carrera universitaria y seguir en su burbuja de: "Tengo una vida perfecta". Pero... ¡Oh sorpresa! Amar...