Capítulo 41🖤

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Amara

Corro rápidamente por todo el aeropuerto, buscando la salida por la cual están ellos. No avisé a nadie, quedé en shock cuando vi el mensaje, pensé por un momento que era una broma.

A lo lejos veo dos cabezas: Una rubia y una pelinegra. A la velocidad de un rayo los alcanzo.

―Papá, mamá― me tomo un descanso cuando por fin los encuentro, mi respiración es irregular. Se ven diferentes, un poco más demacrados tal vez, pero ambos tienen ese porte de belleza, aun lo conservan.

― ¡Amara! ― Mamá se tira a abrazarme, no soy capaz de reaccionar genuinamente, pero lo correspondo. El siguiente en saludarme es papá.

― ¿Q-que hacen acá?

―Salgamos de una vez― padre me toma del brazo junto con mamá y nos guía hasta una salida.

―Necesito que se expliquen― me cruzo de brazos― ¿Qué mierda hacen acá? Su condena aún no termina.

―No es manera de hablarnos― me reprende padre.

―Cuando me mantengan, me corrigen, ¿vale? Tengo 20 y vivo bajo mis reglas y las de los que ahora puedo considerar mi familia.

―Estas muy a la defensiva, Amara.

―No mamá, solo que no quiero soportar mierdas suyas nuevamente.

Mamá toma aire y papá solo tiene esa expresión seria en su rostro, no demostrando lo que siente (casi nunca lo hace).

―No queremos hacer las cosas mal, ¿me entiendes eso? ― Mamá susurra y mira hacia todos lados, nerviosa― desde que te llamé la última vez y te sugerí lo que quería hacer, hemos estado recibiendo ayudas.

― ¿Podrían ser más claros?

―Ayudas económicas, no eran demasiadas, pero ayer llegó un tipo, nos dio unos pasaportes falsos y los tiquetes hasta acá, dijo que te buscáramos y amenazó con que no te dijéramos nada de lo ocurrido o de lo contrario sucederían "cosas muy malas" ― responde papá.

―Eso no tiene sentido, ¿Por qué me lo cuentan entonces? ― Podrán ser mis padres, pero sé que el dinero les hace olvidar que tienen hijos.

―Ya te lo dije, Amara. Queremos hacer las cosas bien, tu padre y yo no sabemos bien las intenciones de esta persona o de estas personas, pero por lo que nos dijeron no son buenas. Y no queremos cagarla más contigo.

Miro hacia todos lados y los llevo hasta mi auto. No los puedo dejar a su suerte, pero... tengo que avisarles a mis chicos.

Los llamo, Adam queda en shock y Damián tal vez peor, me dicen que los lleve a casa y que los esperemos. Así hago, pongo música en el camino para no tener que hablar con ellos. Se sorprenden cuando ven la mansión en la que ahora vivo y lo hacen el triple cuando ven a los hombres armados y el trato que me dan.

Las empleadas les traen algo de beber y yo me siento en el sofá con ellos, vigilando cada movimiento que hacen.

― ¿Estas bien? ― Me sorprendo ante la pregunta de papá― me refiero, eso parece, que todo está bien.

―Si padre, estoy bien. Trafiqué droga, me secuestraron, me casé obligada y ahora estoy aquí, en una nueva relación.

―Es bueno saber que todo eso ya pasó, Amara― le resta importancia.

―Si, por cierto, mamá, ¿ya sabias que me follo a Adam y que tenemos una relación amorosa? ― Ambos palidecen, no recuerdo si ya les había contado esto, pero sus expresiones son de terror total― Se los advierto porque no quiero reclamos hacia él o hacia mí.

Secreto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora