Capítulo 5: Klaus.

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—Recuérdame otra vez, por qué estamos aquí

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—Recuérdame otra vez, por qué estamos aquí.

Adren mira a Todd con una ceja enarcada.

—¿En serio?

Estamos en el club Diosas, había pasado un tiempo desde que había venido y sentía como la tensión se asentaba en mi pene. Ver bailar a esas mujeres hermosas y sensuales me encantaba.

Aunque claro, solo había una mujer en este lugar que disfrutaba del sexo igual que yo. La vi acercarse moviendo sus caderas y una media sonrisa en su rostro. Me llevo el vaso a los labios y tomo un poco del whisky que Adren siempre pide. No soy mucho de beber, pero en momentos así lo necesito.

—Me tenías abandonada, cariño —ronronea en mi oído sentándose a horcajadas sobre mí. Llevo mis manos hasta su culo y lo aprieto. Me gusta follar con Carol porque a ella le gusta, porque la hago correrse con fuerza y es ella quien me pide más.

Incluso a veces me llama entre semana para que venga al club y a este punto nunca me cobra nada, pero siempre le dejo dinero, a fin de cuentas este es su trabajo. A ella no le importa mi cicatriz porque lo compenso con mi pene, al menos eso dice.

De todas formas, estoy follando con una mujer que se gana la vida con esto, mi cicatriz ni siquiera debería importarle.

—Trabajo.

—Lo sé, pero aun así podrías venir a verme.

Miro hacia el lado y veo a Adren con esa chica Blair en su regazo comiéndose la boca como si la vida se le fuera en ello. Ultimamente, solo folla con ella y viene casi todos los días. Yo creo que está desarrollando algún tipo de obsesión con ella, aunque nunca lo admita porque para él, todas son putas.

Todd en cambio, esta con dos chicas en su regazo y se turna para besarse con ellas. Carol comienza a besar mi cuello y a moverse sobre mí, pero no soy de los que les gusta coger en público, así que me levanto con ella y camino hacia las habitaciones destinadas para esto.

Aunque hay una destinada para mí. Jordan, el amigo de Mason y dueño de este lugar, siempre la deja liberada para mí toda la noche cuando vengo. También ha sido una buena persona conmigo, de todos modos Venus amenaza a cualquiera que me mire mal.

Tiene esta sensación de que me debe la vida, y creo que es al revez.

Abro la puerta y tiro a Carol a la cama, ella chilla y ríe mientras comienza a desnudarse sabiendo lo que viene a continuación. Nunca me desnudo y nunca dejo que me toque debajo de la camisa, tengo una infinidad de cicatrices que no quiero que ella sienta.

La luz neón de color morado la hace ver preciosa. Es la mayor y la más antigua trabajando en este lugar y sabe perfectamente lo que hace, sin inhibiciones y le encanta el dolor.

En medio de la habitación están las cuerdas colgadas desde el techo, hay un pequeño cajón para que suba y pueda amarrarla bien.

—¿Qué estás esperando que no te subes? —le pregunto sin mirarla mientras rebusco en los cajones un buen vibrador y las pinzas de pezones.

Perversas Obsesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora