Unos brazos grandes y pesados están envueltos a mi alrededor. No puedo moverme, porque también hay unas piernas que me encarcelan por completo a la cama. Abro los ojos, pero mi pelo está en toda mi cara y no puedo sacar mis brazos para quitarlo. Soplo intentando apartarlo, pero los mechones se levantan y vuelven a caer en mi rostro ahogándome.
Ahogándome.
A mi mente vienen los recuerdos de cuando Bea intento matarme, y no solo ella, sino también otras internas. La forma más fácil era ponerte la almohada en el rostro, y esa horrible sensación me paralizaba por completo. El sentir como mi cuerpo reaccionaba de forma automática para respirar, el ardor de mis pulmones...
No puedo respirar.
Comienzo a jadear intentando apartar los brazos que están alrededor de mí. Mi vista y mi mente están nubladas, y lo único que puedo ver son las paredes de hormigón, el frío de la celda y sentir el aire intentando salir de mis pulmones. Me van a matar, maldición me van a matar.
—¡Allana! —me gritan, pero yo no puedo respirar—. Allana, maldita sea.
Es la voz de un hombre la que gruñe. ¿Un hombre? Aquí no hay hombres. Abro los ojos al darme cuenta que los tenía cerrados cuando siento un golpe fuerte en la mejilla que aparte un poco la niebla de mi mente.
—¡Abre los ojos! —me vuelven a decir.
Siento otro golpe en la mejilla que me obliga a abrir los ojos para encontrarme con el ceño fruncido de Klaus al mirarme. En su rostro se nota la tensión y también la preocupación.
—No estoy... no estoy... —No logro terminar las frases, porque mi garganta se siente tan seca, es casi como si me hubieran privado de mi voz.
—Hey, nena. Respira hondo —me dice con la voz más suave que le he escuchado alguna vez—. Estoy aquí, nadie va a hacerte daño.
Klaus me aparta el cabello del rostro, y me acaricia la mejilla que antes me golpeó. Pero qué voy a recriminarle si eso me ayudó a salir de la niebla en que estaba sumida mi mente.
—No podía... respirar —logro decir y él asiente.
—Lo sé, tenías todo el pelo en la cara, y yo tenía mis brazos a tu alrededor —dice.
Me apoyo en la palma de su mano y dejo salir un suspiro. Trago saliva y me acerco más a él. Necesito su calor porque ahora mismo siento que mis huesos están fríos como un invierno desolador.
Justo como me siento.
Desolada.
Klaus me atrae hacia él, y yo envuelvo mis brazos a su alrededor, de modo que mi oído queda justo en su corazón. Y es su latido, el que me calma. Klaus me lleva con él nuevamente hacia la cama, y se preocupa de apartar el pelo de mi rostro y no apretarme demasiado.
—Estás a salvo, Allana —dice dejando un beso en mi cabello—. Estoy aquí para cuidar de ti.
Cierro los ojos con fuerza y dejo salir un sollozo que he estado acumulando por tanto tiempo. Los recuerdos y las sensaciones de aquellos momentos se sintieron tan vívidos que perdí la noción del tiempo. Me olvide de que estaba aquí, en la fortaleza y en los brazos de Klaus.
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Perversas Obsesiones.
RomanceKlaus. Vivi años con un odio dentro de mí que podría haberme destruido por completo si le hubiera dado ese poder. Yo era una máquina de matar, lo sabía, había guardado mis emociones bajo llave y nunca nadie podría verlas realmente. Excepto ella, con...