Klaus.
Vivi años con un odio dentro de mí que podría haberme destruido por completo si le hubiera dado ese poder. Yo era una máquina de matar, lo sabía, había guardado mis emociones bajo llave y nunca nadie podría verlas realmente.
Excepto ella, con...
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Allana estaba loca.
Jodidamente loca,
Porque no había ninguna otra palabra para describir sus acciones y sus dichos. Estaba ahí como si estuviera viendo a niños bailar, con una sonrisa en su rostro llena de gozo. Casi como si fuera algo que siempre había estado buscando. Ahora, cada vez podía verla más como hija del Yakuza. Y estoy muy seguro que ella no tiene idea y que aún no logra entender la magnitud de lo que siente.
Es demasiado expresiva. Es como una niña que comienza a experimentar nuevas sensaciones por primera vez que la dejan anonadada y emocionada. Y eso no es nada bueno porque se está volviendo impredecible en un muy mal sentido.
Ahora la llevo dónde Mason, quizás hablar con Venus un rato la haga entrar en razón, aunque dudo que así sea. Allana está dejando salir algo desde dentro de ella que ha mantenido cautivo probablemente toda su vida, no será posible volver a encerrarlo.
Y eso ni debería importarme, pero tal como dice ella: lo hace.
Cuando llegamos le hago un gesto con la cabeza para que se baje y ella luego de rodar los ojos, lo hace.
—No soy una perra a la que le haces gestos para que haga lo que quieres —espeta.
—No, lo que tú eres es una puta —digo y enarca una ceja.
—¿Ahora soy solo una puta? —pregunta y la miro esperando encontrar enojo en su mirada—. Pensé que era tu puta.
—Lo eres cuando te cojo —digo.
—¿Y el resto del tiempo?
—No eres mía, Allana.
—Cuestionable.
No me da tiempo a contestar porque avanza hacia la puerta que ya está abierta porque Ron está afirmado en ella.
¿Cuestionable?
No creo que haya algo que cuestionar porque ella no es mía, solo es mi puta cuando la follo, pero nada más. Sin embargo, aun tengo en mi mente sus palabras en la camioneta. Cuando estamos dentro, Mason aparece desde el sótano con las manos, los brazos y la ropa con sangre.
Al parecer la tortura estuvo bastante entretenida a juzgar por el brillo en sus ojos. Allana lo mira de arriba abajo y con él, han sido las únicas veces que la he visto nerviosa frente a otra persona. Ella le teme a Mason, y creo que es bastante inteligente que lo haga. Mason puede verse muy agradable por momentos, pero es capaz de cortarte el cuello mientras te alaga sin siquiera pestañear.
Cuando me ve mirarlo, sonríe. Pero es esa sonrisa oscura que tiene y que incluso a mí me pone los pelos de punta.
—Lo siento, estoy bastante manchado, pero es que estaba jugando un rato.
—¿Aún no está muerto? —pregunto, y él niega.
—Ziven lo está estabilizando, luego que termine con ustedes, volveré —dice y mira a Allana—. Me estás dando más problemas que beneficios, y ni siquiera me ofreces nada a cambio.