Capítulo 8: Allana.

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Ese hombre

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Ese hombre...

Ese hombre con el que choqué era tan alto que tuve que mirar hacia arriba y eso que yo no era de una estatura pequeña. Y la cicatriz que recorría su rostro, dios, deben haberle hecho algo horrible.

Era serio, pero cuando puso su mano en mi cintura afirmándome y librándome de caer, sentí un calor recorrer por todo mi cuerpo como nunca había sentido. Y su voz, tan ronca; sus ojos azules y fríos casi me hicieron estremecerme.

Carecía de vida su mirada.

Entré al club y me dirigí a la barra, en ningún lugar estaba el nombre del club Diosas por lo que por un momento pensé que me había equivocado. Una chica se acercó a tomar mi pedido.

—¿Qué te sirvo?

—Necesito encontrar a Mason Cox, me dijeron que este era el club diosas.

Enarcó una ceja y me miró con detenimiento. Asumí por su actitud que este era el lugar correcto.

—Voy a llamar a Jordan, el dueño del lugar.

Se alejo y escribió algo en su teléfono y luego volvió a atender a los otros clientes que la llamaban. Habían más personas atendiendo, tanto hombres y mujeres. La música era alta y la pista de baile estaba llena de personas tan pegadas que bien podrían estar follando.

Recuerdo mis días de fiesta, nunca me emborraché, pero disfrutaba bailando con mis amigas mientras veía a los hombres comerme con la mirada. Pero yo era una chica dulce, no tenía aventuras de una noche. Aunque las hubiera querido, sobre todo cuando algunos hombres se me acercaban y sentía su aliento en mi cuello y su erección en mi culo.

Pero, como dije, yo era una chica buena.

Ahora no lo era, nada me detenía, pero tenía un objetivo y primero era encontrar a Mason y rogarle que no matara a Davis, que era mi objetivo. Y luego podría divertirme un poco.

Un hombre llega a mi lado, estoy a punto de decirle que no estoy interesada, pero me mira de arriba abajo como si me estuviera analizando.

—Me dijeron que buscas a Mason —dijo.

—Supongo que eres Jordan.

—¿Tú, eres?

—Allana.

—¿Qué quieres con él?

—Me gustaría hablarlo con él.

Enarca una ceja y se cruza de brazos.

—¿Crees que Mason se va a juntar con cualquier persona que llega a preguntar por él? —No digo nada, porque la verdad no lo sé.

—No quiero hacerle daño —dije y él enarco una ceja divertido porque probablemente yo no tendría ninguna oportunidad con él—. Pero necesito su ayuda, solo él puede ayudarme.

Perversas Obsesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora