Capítulo 30: Klaus

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No estoy de acuerdo con esta decisión, pero nadie me hace jodido caso

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No estoy de acuerdo con esta decisión, pero nadie me hace jodido caso.

Mason y su padre creyeron que lo mejor era amarrarla en una silla en el sótano junto con el hijo de Trent. Mason quería ver su potencia y Yoshio quería hablar con ella sin que intentara matarlo. Sinceramente, ninguna de las dos cosas me parece bien.

Me siento inquieto, la forma en que me redujo y se abrió paso hasta su padre fue sorprendente y también muy explosivo. Por un momento sentí miedo de que el hecho de haberle lanzado el cuchillo a Mason —que si no fuera porque Venus con unos reflejos hijos de puta lo agarro, probablemente habría terminado incrustado en su cráneo— hiciera que él la matara por haberse atrevido.

Y Allana podía ser peligrosa, pero Mason le quitó las cadenas y se las volvió a poner sin ningún esfuerzo de su parte. En el tiempo que he estado con Mason he podido conocer su poderío, y siempre me pregunto si él necesita a los demás, o en realidad los demás lo necesitan a él.

—Sigo pensando que es una mala idea —digo.

Mason está sentado en una silla mirando su celular, Yoshio está de pie en la pared junto a su hijo Ryu. El jefe de la Yakuza me mira por primera vez detenidamente. El jefe de la Yakuza me mira por primera vez detenidamente.

—¿Qué eres de mi hija? —pregunta.

Me dan ganas de reír por el término de "hija" que es claro que a Allana no va a gustarle para nada. ¿Qué soy? Ahora no soy nada más que el tipo que se está metiendo entre sus piernas.

—Se la folla —responde Mason sin mirarme.

Yoshio enarca una ceja y yo ruedo los ojos ante las palabras de Mason. Voy a responder, aunque no sé cómo voy a desmentir eso, no creo que sea agradable para él saber que me cojo a su hija, o peor aún, la forma tan jodida en que le gusta el sexo. Quizás sean genes.

Pero el movimiento de la cabeza de Allana y un pequeño gemido llaman mi atención. No me acerco, voy a decir que tengo miedo de que no quiera volver a hablarme. La forma en que me miró cuando se dio cuenta de que yo sabía... seguro que se siente traicionada. Trago saliva despacio, no quiero reconocer que no quiero que deje de mirarme como ese día cuándo estabámos en la cama, porque nunca nadie me había mirado así.

Mierda.

—Por fin, la bella durmiente —dice Mason, sin dejar de mirar su celular.

Ella levanta su cabeza apenas, con sus ojos medio abiertos. Una sonrisa adormilada se abre paso en su rostro. No parece enojada, pero con Allana no hay que dar por sentado nada.

—Mira nada más —dice con un poco de dificultad—. Toda la familia reunida.

Su voz suena rasposa, y yo me siento tenso esperando que diga algo más. Que grite, llore, intente matarnos, cualquier cosa. Intenta mover los brazos, hasta que se da cuenta de que está amarrada. Veo pasar una pizca de rabia por su mirada cuando mira hacia abajo, pero rápidamente la desecha.

Perversas Obsesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora