Capítulo 48: Allana

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—Mmm —suspiré cuando el placer me recorrió el cuerpo

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—Mmm —suspiré cuando el placer me recorrió el cuerpo.

Eso fue lo que me despertó. La lengua húmeda de Klaus en mi centro. Rodeando mi clítoris con su lengua, chupando, mordiendo, mientras sus dedos entraban y salían de mí.

Dios, que bendición.

—Quiero que me despiertes así cada maldito día —jadee.

La mano de Klaus acarició mi cadera, para luego comenzar a subir lentamente por mi estómago hasta mi pecho. Lo apretó con fuerza, y pasó el pulgar por mi duro pezón, haciendo que me arquee en la cama. Dios, amo como me toca. Además, mi cuerpo parece estar en perfecta sincronía con él.

Klaus dio un gruñido contra mi entrepierna, que hizo que me apretara contra sus dedos. Es que sentir el retumbar de ese gruñido que sonó casi animal, como si esto fuera su mejor comida, me puso aún más caliente. Llevé una de mis manos hacia su cabello apretando su cabeza más contra mí cuando el orgasmo comenzó a hacerse presencia en el fondo de mi vientre bajo.

—Así, así, así —jadee desesperada.

Klaus no se detuvo ni cambio la forma en que me chupaba. Así llegué al orgasmo. Mi boca abriéndose, mi cuerpo arqueándose y el grito de placer que era incontenible. Una sonrisa somnolienta y satisfecha se abrió paso en mi rostro.

—Quién iba a pensar que se podía ir al cielo solo con tu lengua —susurro intentando acompasar mi respiración.

Klaus ríe y mi sonrisa se hace más grande.

Vivo para escuchar su risa.

Mi hermoso hombre me da un beso en el muslo, para comenzar a subir por mi estómago, mis pechos, mi cuello, hasta mi boca. Lo beso, saboreando mi propio sabor en sus labios y en su lengua.

—Por mucho que me guste besarte —dice contra mis labios, mirándome con las pupilas dilatadas en deseo—, quiero tu boca en mi pene. Quiero que te atragantes con ella.

Sonrío de forma maliciosa. Lo empujo hacia atrás y me acomodo en mis rodillas para quedar a la altura de su pelvis. Está igual de desnudo que yo, así que estoy de frente con su erección. Levanto la mirada con esa inocencia que sé que lo vuelve loco. Él lleva una mano hacia mi cabello, acariciándome con delicadeza.

—Eres mi buena chica, ¿verdad? —pregunta con voz ronca.

Desde mi posición, él se ve como un Dios griego. Su cabello despeinado, sus ojos oscuros, su mandíbula apretada... Hermoso. Estiro la lengua para tocar la punta de su pene sin dejar de mirarlo.

—¿Lo quieres en tu boca? —pregunta.

Asiento como la chica buena que soy con él. Klaus me acaricia la mejilla, para luego dejarme caer una bofetada que está hecha con la presión suficiente solo para dejarme roja la mejilla. Mi centro se aprieta. Él sabe que eso me gusta, sabe que amo sentirme dominada por él.

Perversas Obsesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora