Capítulo 25: Allana

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Klaus se fue dejándome con las mejillas y los labios hinchados

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Klaus se fue dejándome con las mejillas y los labios hinchados. Quería que me cogiera en esa gran cama, pero él se había ido sin decirme nada. No es algo que me sorprendiera, aun no puedo entender las cosas que hace. Su cabeza es mucho más complicada que la de otros hombres que he conocido.

Sin embargo, hay una cosa que sé con exactitud y es: que me desea tanto, que no puede mantenerse alejado de mi y de mi cuerpo.

Aun así, me dejó sola y la verdad no sé si debo quedarme sola aquí en la habitación o si puedo salir. Me siento en la cama y saco el celular para enviarle un mensaje al hombre que me tiene agarrada de las trompas de falopio.

¿Puedo salir de la habitación o soy una prisionera?

Espero mientras los tres puntos aparecen. Me gusta que vea de inmediato mis mensajes, me hace sentir protegida o escuchada. Alguna de esas cosas.

Mason dice que no eres una prisionera, pero solo tienes permitido recorrer el primer piso en que está la cocina y la biblioteca.

Me encojo de hombros y salgo de la habitación en dirección al primer piso. La casa está llena de hombres armados por todos lados. Algunos me hacen un asentimiento de cabeza y otros me miran como si fuera su jodida amenaza. Supongo que el hecho de que Mason no confíe por completo en mí, influye en ellos. Por lo que escuché, tiene gente muy leal. Cuando estoy bajando las escaleras escucho una voz femenina en una de las habitaciones.

—Rélajate, Ron. Solo intentaron envenarme, soy perfectamente capaz de caminar.

Reconozco la voz de Venus, así que camino hacia ella dando con la cocina. Adentro hay dos mujeres. Venus y una señora más mayor, además de un hombre que supongo es Ron.

—¿Le llamas poco a eso? —le pregunta él frunciendo el ceño.

No me había dado cuenta de que tenía a un bebé en brazos. Supongo que el hijo de Venus. Ella mira hacia la puerta, y al verme sonríe invitándome a pasar con un movimiento de su mano. Ron me mira de arriba abajo evaluándome.

Les doy una pequeña sonrisa.

—Hola —saludo.

—Pasa, Allana —me dice Venus y señala hacia la señora mayor—. Esta es Maia, la madre de Mason, ese gruñón de ahí, es Ron, y en sus brazos, mi pequeña bestia.

La madre de Mason también me mira con cautela, como si yo fuera una amenaza. Probablemente se deba al hecho de que al parecer, intentaron envenenarla. Claramente no fui yo, sin embargo, no creo que ellos vayan a creerme si lo digo.

—Deberías sentarte —le vuelve a decir a Ron. Venus rueda los ojos, pero lo hace con ayuda de Maia.

La otra puerta que hay en la parte de atrás se abre de golpe dejando pasar a ese tipo que estuvo en la librería con Klaus, y que lo había invitado a ese club diosas. Viene con salpicaduras de sangre en el cuello y la camisa blanca que lleva. Un aspecto muy parecido al de Mason anteriormente. Cuando ve a Venus en la cocina se detiene de golpe y la mira con desaprobación.

Perversas Obsesiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora