Capítulo 4

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Eso no me podía estar pasando a mí.

Ante mis ojos tenía a un niño moreno de no más de cuatro años, vestido solo con un pantalón holgado oscuro, con el rostro sonriente, arrastrando con su mano derecha un osito de peluche y con la otra se rascaba un ojo.

Una monería todo había que admitirlo.

Pero sus ojos lo delataban, puesto que eran más rojos que los del gótico Harkan y los del despampanante Eros.

Los brujos y brujas presentes dieron un grito de asombro al contemplar al niño.

Entonces, el pequeño sonrió y dejó escapar una risa diabólica.

—¿Esto es una puta broma?

Al decir eso, mis antepasadas se giraron hacia mí y pude observar como sus maridos sonreían al mirar a la criatura.

Había sido elegida, sí, pero no por un demonio como ellos, sino por un niño.

—Damara, no te salgas del círculo —dijo Meredith advirtiéndome.

¿Qué no me saliera?

Lo que quería era matar a esa criatura.

¿Cómo iba a enamorar y amansar a un niño diabólico? Porque eso era lo que tenía que hacer Amansar, enamorar e unir mi alma a un demonio, esa era la función del ritual.

Pero joder Eso no me podía estar pasando, no entraba en mi cabeza la imagen que tenía ante mí.

Era una desgraciada. Mi destino se había lucido.

La gente murmuraba y me miraba.

Pensarían en lo lamentable que era.

Me giré hacia mi familia y les chillé.

—¿Lo veis? — les dije señalando al pequeño que seguía parado mirándome fijamente—. Decirme ¡¿Qué hago yo ahora con un mocoso como ese?!

Todos me miraban con los ojos bien abiertos, pero ningún miembro de mi clan pudo dictar palabra. Estaban callados observando al ser que se había presentado. Me acerqué más al borde del círculo, casi pegada a las velas, y las inmortales corrieron hacia mí.

—Detente Damara —me ordenó Iris agrandando sus enormes ojos azules.

—Por favor no salgas —me suplicó Meredith.

—¿Qué no salga? ¿En serio me lo decís? ¿Acaso no habéis visto ese ser? Por la diosa, no quiero seguir con esto.

Pero cuando acabé de hablarles a ellas y estaba a punto de salir del círculo, el niño se movió, y transformándose en una sombra oscura, recorrió toda la cueva volviendo a crear el aire helado.

Se desplazaba de un lado a otro, haciendo que las capuchas de nuestras capas se cayeran por el viento que él desprendía. Escuchábamos como reía malévolamente al pasar por el lado de cada uno de los clanes. Sonaba atronador cuando intentaba cruzar mi círculo y la magia se lo impedía, mostrando luces cada vez que se chocaba con la coraza invisible que me rodeaba.

La multitud, cuando él se acercaba se agachaban y murmuraban aterrados por lo que el demonio les pudiera hacer.

Entonces Harkan y Eros se acercaron al círculo y se posicionaron junto a sus mujeres, seguidamente me miraron.

—Es un demonio súcubo —dijo Eros sonriente.

—¿Un qué? —pregunté sin dejar de mirar la sombra oscura que revoloteaba a nuestro alrededor.

—Es un tipo de demonio miembro de las altas jerarquías que hay en el inframundo —siguió diciendo Harkan—. Un demonio transformista y lujurioso.

—Explícate mejor —le ordené.

La Meiga Número 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora