Mes de Diciembre, año 2020.
Después de tantos meses, seguía sin creer lo que pasó aquel maldito día.
Nunca había sentido ese dolor.
El dolor de sentir como mi alma se partía en dos por dejar machar a la única persona que me había enseñado el significado de la palabra amor. Había perdido a la única luz que iluminaba mi oscuridad, a la única mujer que me hacía temblar, a la única persona que ha logrado amansar mi inmortal corazón y que he amado y amaré por el resto de mis días. La había perdido a ella, y todo, por el plan manipulador de Narine.
Creyó que estaba aliado con esa diabla, y se equivocó, pues yo jamás había tenido ningún complot con ella para destruir este mundo. Todo lo que había dicho la demonia rubia, era completamente mentira. Nunca había planeado salir del infierno para encontrarme con ella aquí, y mucho menos, pasar mi eternidad con la infernal, puesto que solo había sido un entretenimiento para mí en el pasado, y no le llegaba ni a la suela de los zapatos a la meiga número cinco.
Estaba destruido, roto, y lo único que tenía claro, era que solo ese sentimiento llamado amor, dolía de esa manera.
Cada día, revivía en mi mente una y otra vez el rostro de Damara. Su cara de pánico y desesperación, de miedo y desilusión por ver como mis esclavas desaparecían de mis muñecas liberándome ante ella. Pero ella no sabía la realidad. Ni se imaginaba, que todo aquello fue una mentira y que jamás me desvinculé de ella. Ahora solo sentía su esencia muy débilmente, pues ella, aún conservaba el colgante de jade que le regalé siendo Marcos, y gracias a eso, sabía que estaba viva. Pero no la encontraba, durante estos meses, había recorrido el país junto con algunos de los aliados de Jeremy, pero no habíamos tenido éxito, pues no dábamos con su paradero.
Esa mañana, había regresado al pazo del clan zafiro después de volver de la costa sur de España. Tenía que hablar con los inmortales y averiguar si tenían noticias, pues Jeremy, me había comentado que estaría allí para reunirse conmigo.
Nada más entrar en la finca, aparqué el coche, y subí las escaleras de aquella mansión gallega.
—Ciro —me recibió Ágata con tristeza apoyada en el barandal de piedra de aquella larga escalera—. ¿Dónde has estado? Debiste llevarme contigo.
—No podía hacerlo, recuerda que a ti también te buscan.
—Creía que no volveríamos a verte.
Cuando llegue hasta la morena, me miró con los ojos negados en lágrimas y se abalanzó sobre mí para abrazarme. No pude evitar corresponderle, sentía su malestar por la desaparición de su amiga.
—Ya estoy aquí, tranquila.
—Prométeme que la encontraremos —me dijo aun agarrándome.
—Te lo prometo Ágata.
—No vuelvas a desaparecer, algunos creían que Damara ya no te importaba.
—Espero que tú te hayas encargado de contarles la verdad —le dije sonriéndole débilmente.
Ella asintió confirmando a mi respuesta.
—¿Tenemos noticias?
—No lo sé, están reunidos en el sótano. Yo he salido por que Leire me ha avisado de tu llegada.
—¿Y por qué no estás tú con ellos en la reunión? —le pregunté mientras que nos dirigíamos a entrar al pazo.
—Porque antes quería asegurarme de que era verdad, que regresabas.
Sonreí y le puse una mano en el hombro.
—Este sigue siendo mi hogar, ahora he regresado solo, pero seguiré intentándolo hasta regresar de nuevo con Damara.
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La Meiga Número 5
FantasyLa sociedad las creía extinguidas, pero las meigas siempre han estado presentes en Galicia. El aquelarre Zafiro, asentado desde hace milenios en el bosque da Fervenza, es un clan de hechiceros con una larga tradición y dinastía familiar, que esperan...