Capítulo 41

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Y eso hizo.

Nos ayudó a escapar de esa ardiente casa después de que le suplicara una y otra vez que no dijera que nos había encontrado.

Salimos por la parte trasera sin ser vistos por ninguno de sus hombres y nos dirigió a un todoterreno verde que había aparcado justo al lado del porche trasero.

—Gracias Jeremy, te debo una.

—Espero que me puedas devolver algún día el favor meiga número cinco, cuando aparezca sin ti, el bruto de tu demonio va a arrancarme la cabeza.

Toqué su mano apoyada en la palanca de marchas del coche y le sonreí con los ojos vidriosos.

—Si es capaz de tocarte, juro que después nosotras iremos a arrancarle la suya —le dijo Meredith graciosa.

Él sonrió.

—Me las apañaré.

—Dile que encontraste el colgante, pero no a nosotros —le supliqué.

—Si os ayudo a huir tenéis que prometerme que nadie sabrá nada de vosotros —dijo mirando hacia los asientos de atrás—. Y lo digo por ti Eros. No podrás comunicarte con Harkan o descubrirán que os he ayudado y entonces sí que me matarán de verdad.

—No te preocupes Jeremy, te doy mi palabra. Cuidaré de ellas, solo te informaré a ti después de recibir un mensaje tuyo cuando estés alejado de tu escuadrón —le contestó Eros serio.

—Perfecto.

—¿Y si nos encuentra y nos encarcela de nuevo Narine? —pregunté asustada.

El pelirrojo sonrió y puso en marcha el coche recorriendo el camino que había detrás de la mansión.

—Eso no va a pasar —dijo convencido—. Hace una semana la interceptamos en la frontera de Francia. Ciro se encargó de ella y la tenemos presa junto a algunos de sus aliados en unas mazmorras de un castillo que poseen los clanes franceses.

Dejé salir el aire que quedaba en mis pulmones. En cierto modo, aquella noticia me había aliviado y mucho. Saber que esa asquerosa demonia no volvería a buscarme, me alivió y pude ver la luz al final del túnel después de todo lo que habíamos pasado.

—Iré a veros lo antes posible —siguió diciendo el demonio—. Os pondré al día de todo y os lo contaré con más detalle, y vosotros a mí por favor. Creo que tenéis muchas cosas que explicarme.

Era cierto.

Debíamos contarle lo de mi embarazo, porque solo unos pocos lo sabían y temía que la noticia se hubiera propagado. Pero al ver la incredulidad de Jeremy ante mi avanzado estado, supe que los brujos que estaban apresados con Meredith en aquellas celdas no habían expandido esa noticia.

—Prometo contártelo todo amigo —le dije—. Pero prométeme tú que no delataras jamás nuestro paradero a partir de ahora.

—Te lo prometo elegida, pero rezar a vuestra diosa para que el Duque no me arrebate la vida por no haberte encontrado.

Asentí.

Y tras ver el final del camino de la enorme finca, Eros le habló.

—Déjanos aquí, seguiremos solos. Vuelve con tu ejército. Invéntate una historia y no dejes que nos alcancen.

—Yo siempre cumplo mis promesas compañero.

—No esperaba menos de ti hermano —le dijo el rubio chocando su mano con la del pelirrojo y dándose un buen apretón.

Se bajó del coche y Eros se puso de piloto para marcharnos lo antes posible de allí. Bajo la ventanilla y el demonio se apoyó para mirarnos por última vez.

—Tened mucho cuidado, los tiempos han cambiado. Nos buscan por todo el mundo.

—Lo tendremos —le contestó Meredith.

—Hasta pronto Jeremy —me despedí de él con una triste sonrisa.

Mi antepasada y su marido, se despidieron con un asentamiento de cabeza y Eros aceleró el coche para dejar atrás al pelirrojo que se apresuraba corriendo en dirección a la llameante casa de los inquisidores.

Tras salir de aquella finca y adentrarnos en la carretera, nos dimos cuenta de que estábamos a las afueras de Andorra. Lejos de casa, solos, sin saber ciertamente hacia dónde ir. Pero entonces, el silencio que había reinado en aquel todoterreno durante varias horas lo rompió Eros.

—Amor.

—Dime vida —le respondió Meredith mientras yo miraba fijamente por la ventana.

—Eso que estás pensando me parece una idea estupenda.

Entonces, salí del bucle en el que me encontraba reflexionando todo el rato en como habíamos escapado tan fácilmente de aquella mansión.

Ellos se comunicaban mentalmente y sabían lo que opinaba cada uno a cada momento. Como yo tiempo atrás con Ciro.

Cuanto echaba de menos escuchar su voz en mi cabeza

—¿Qué estás pensando Meredith? —le pregunté intrigada mientras me giraba para mirarla.

Ella se incorporó un poco en el asiento trasero y acercó su cara a la mía.

—Estoy pensando que que mejor sitio para ocultarnos, que estar cerca de ellos.

—No te entiendo.

—Se refiere a que, si nos asentamos y vivimos cerca de nuestro entorno, de nuestro hogar, quizá por allí no nos busquen. No creo que piensen que estamos justo a su lado —me contestó Eros.

—Eso es una locura —les respondí.

—O no —dijo Meredith—. Eros y yo tenemos muchas propiedades. Y créeme pequeña, que hay algunas de ellas que no las conoce nadie.

No era de extrañar

Con la pila de años que tenían esos dos, estaba segura de que su poder adquisitivo era muy extenso.

—¿Estáis proponiéndome volver a Galicia?

—Si —contestaron a la vez.

—Estáis locos nos encontrarán.

Pero realmente no tenía otro remedio, tenía que ir con ellos, los necesitaba. Y después de todo lo que habían hecho por mí, debía seguirlos hasta el fin del mundo.

—Poseemos una finca en una aldea aislada a los alrededores de Ponferrada —dijo Meredith—. Actualmente, ese pazo está vacío, no tenemos inquilinos, podemos ir allí.

—Es un buen lugar donde pasar desapercibidos Damara —contestó Eros—. En esa aldea solo viven campesinos y gente mayor, no hay brujas en los alrededores y sería muy difícil que dirán con nosotros.

—Ponferrada está a tan solo una hora de nuestro hogar, es demasiado cerca —les dije.

—Es el sitio perfecto para que des a luz a tu bebe cariño —me dijo Meredith tocando mi hombro—. Estoy segura de que no nos encontraran.

—Está bien.

—Pues no se hable más, nos quedan cuatro horas para llegar. Descansar —nos ordenó cariñosamente el demonio.

La Meiga Número 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora