Estaba en bucle.
En mi mente no dejaba de repetirse la imagen en la cual el demonio me había robado un ardiente beso.
Pero no fue un beso cualquiera, había sentido una conexión y un hormigueo en los labios al rozarse los suyos con los míos que jamás podré olvidar.
Y por supuesto, tampoco sabía que el pacto se sellaba de esa manera
Poco a poco fui abriendo los ojos, pero con miedo, pues sabía que su mirada rojiza iba a estar clavada en la mía.
Y así fue.
No me equivoqué.
Estaba justo delante de mí, con sus manos aun agarrando mi rostro y observándome fijamente.
Debía parecer una tonta, puesto que seguía con los labios entreabiertos, contemplando cada uno de los lunares de su cara.
Entonces él, me sonrió, y respiré profundamente. El pacto se había sellado y ya no corría peligro. Bueno, sí, todo él era un peligro para mí.
Volví a escuchar el murmullo de la gente y unos pasos que se dirigían hacia nosotros.
—¿Damara, estás bien?
Escuché la voz de Meredith preguntarme, pero seguía embobada por Ciro.
Que ridícula era
Me aparté de mala gana y le contesté.
—Sí, estoy bien.
—Menudo susto nos habéis dado, vuestra imagen estaba congelada y no respondíais a nuestro llamado ¿Se puede saber que estabais haciendo? —dijo de repente Iris acercándose con su marido y Eros.
Cerré los ojos y suspiré.
Seguidamente, volví a mirar a Ciro y este me sonrió con pose chulesca.
—Estábamos sellando el pacto —le contesté buscando a mi familia con la mirada.
—¿Y bien? —preguntó Iris de nuevo.
Cuando mis ojos se encontraron con los de mi madre le guiñé un ojo para que supiera que estaba bien, y a lo lejos, la vi suspirar tranquila y comenzar a hablar con mis hermanas y amigas.
—Se han pactado cinco meses —contestó Ciro.
—¿Cómo? ¿Tan poco? —dijo Meredith sobresaltada acercándose más a mí—. ¿Y eso por qué? ¿Seguro que estás bien? Dime que este bruto no te ha obligado.
Tragué saliva. Pero después le negué con la cabeza para que se tranquilizara.
—No necesitamos tanto tiempo, además, ella ha aceptado —dijo de repente Ciro.
No había tenido remedio, había sellado el pacto sin ni siquiera saber si me parecía bien o no el tiempo propuesto.
Pero decidí callarme. No iba a replicar ni a contestarle, pues para mí ya era suficiente ese tiempo.
—Pues ya no hay marcha atrás, notamos vuestra conexión —contestó Iris.
Todos asintieron tras lo que la morena inmortal había dicho.
Me señaló con las manos el círculo y nos ordenó con la mirada para que entráramos juntos, pues debía presentar al demonio.
Una vez estuvimos los dos dentro de las velas de nuevo iluminadas, los tambores volvieron a repicar y los clanes aplaudieron.
—Aquelarres, demos la bienvenida al nuevo miembro del clan Zafiro —chilló para que todos vitorearan la presencia de Ciro.
Volvía a estar nerviosa.
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La Meiga Número 5
FantasyLa sociedad las creía extinguidas, pero las meigas siempre han estado presentes en Galicia. El aquelarre Zafiro, asentado desde hace milenios en el bosque da Fervenza, es un clan de hechiceros con una larga tradición y dinastía familiar, que esperan...