Capítulo 30

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Al mando de aquel grupo de encapuchados, destacaba avanzado del resto un chico de apariencia elegante y pulcra.

Era de estatura media, no muy alto, con un perfecto traje color azul marino, compuesto con una camisa a juego color blanca. Lo que más destacaba de su apariencia, era su pelo repeinado, puesto que su color, era idéntico al tono pelirrojo de Leire. Desde donde me encontraba, pude apreciar el color verde agua de sus ojos y su rostro completamente negado en pecas muy marcadas.

Sonrió al mirarnos nada más levantarse de la reverencia, se metió las manos en el bolsillo y con una voz cálida y a la vez juvenil habló:

—Es un placer volver a verte, gran Duque.

Ciro sonrió y asintió con la cabeza.

—El placer es mío Jeremy.

—Me complace volver a estar en un nuevo mundo bajo tus órdenes.

El Duque asintió serio, agarró mi mano y me dirigió escaleras abajo para acercarnos más a ese grupo de inmortales. Pero nuestro ejército nos siguió para quedarse parados, formando una larga línea de guerreros mirando al frente y cubriendo nuestras espaldas.

—No esperaba tu llegada tan temprana —dijo Ciro sin soltar mi mano.

—He estado en contacto constante con Harkan e Iris y hemos decidido unirnos a vosotros lo antes posible.

—Agradecemos vuestra ayuda —dijo Ciro dirigiéndose a la multitud.

Los encapuchados asintieron con la cabeza sin dejar de mirarlo.

—He reunido a todas estas personas a lo largo de mi camino, pues ninguna de ellas está de acuerdo con el objetivo de ese ejército inquisidor —contestó de nuevo Jeremy.

—Hay muchas caras conocidas acompañándote, excelente trabajo Jeremy —le dijo Iris.

El aludido le regaló una sonrisa perfecta a modo de gratitud y se giró para mirar a sus espaldas e invitarlos a acercarse a nosotros.

—Gran Duque —dijo Jeremy dirigiéndose a Ciro con un movimiento de cabeza—. Bruja elemental —siguió ahora haciendo una reverencia hacia mi persona—. Os presento a varios líderes de los clanes europeos que han decidido unirse a esta batalla.

Los aludidos volvieron a hacer una reverencia como saludo hacia nosotros.

—Ellos son Elio y Chantal —dijo señalando a un demonio muy atractivo de piel morena y a una bruja de cabellera negra y rizada—. Son los líderes de la región francesa de Bretaña y Normandía. Junto a Béatrice, Camille, Alan y Carel.

Los dos últimos eran diablos, pues en su aura roja se podía apreciar la chulería y el poder que transmitían, pero ellas eran también muy poderosas, pues su magia se podía sentir solo con mirarlas.

—Ellos cuatro —siguió presentando y señalando ahora a dos rubias de infarto conjuntas con otros dos rubios de revista—. Son Gianna y Nain e Valentia y Runar, cuatro de los ocho líderes que gobiernan en el sur de Italia, los demás no supimos encontrarlos.

Ciro asintió a modo de saludo mientras sonreía a los demonios, puesto que, para él, todos eran más que conocidos seguramente.

—Seguimos —volvió a decir señalando a otros seis encapuchados con capas de color azul oscuro y bordados rúnicos—. Ellos son Dalia y Vikram, líderes de varios aquelarres de Grecia —después señaló a los otros—. Ellos son Darina y Werner, líderes también de varios clanes en Bulgaria —Y por último señalo a los otros dos—. Y ellos, son Nicoleta y Dragos, los únicos inmortales de Rumanía.

Iris se aceró más a nosotros y cuatro de ellos, hasta ahora desconocidos, se acercaron con una sonrisa en la cara para agarrar las dos mujeres a mi antepasada por las manos.

La Meiga Número 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora