Capítulo 27

5 1 0
                                    

La fiesta estaba saliendo a pedir de boca.

Habíamos comido todos juntos, mi familia había preparado una comida exquisita para el cumpleaños, y bailábamos y bebíamos mientras nos divertíamos con Duna y su novio.

Veía en su rostro la felicidad por tener en su día a todas las personas que eran importantes para ella, y por supuesto a Haritz, ya que esa misma noche habían dado la noticia de que mantenían una relación oficial.

Aproveché la ocasión mientras bailaba con mis amigas para sacarlas de allí e intentar contarles todo lo que estaba sucediendo.

—Venga vamos.

—Pero, ¿dónde nos llevas guarrilla? ¿A las catacumbas del pazo o qué? —decía Ágata mientras bajaba detrás de mí por las escaleras que nos llevan al sótano.

—Que misterio, nunca nos has traído aquí Damara —contestó Leire.

—Seguro que es aquí donde tiene el cuarto de juegos, donde el demonio la empotr —dijo entrando en la oscura sala y callándose al instante al ver a Ciro allí parado cruzado de brazos.

Yo la miré divertida, pues era una bocazas, y le sonreí al ver la cara del diablo escuchar lo que mi amiga había dicho.

—Perdón —se disculpó mirando a Ciro y riendo pícaramente.

Ella no sentía ese perdón, Ágata era así, descarada, malhablada e irritante, pues le encantaba soltar groserías en los peores momentos.

Caminé hacia él y me posicioné a su lado señalándoles a ellas la mesa y el banco para que tomaran asiento y nos escucharan.

—¿Qué ocurre Damara? —preguntó Leire asustada.

—Que flipe de lugar, anda que nos has traído antes aquí, menuda zángana estás hecha —me dijo Ágata haciéndome sonreír.

—Es una estancia privada, a partir de ahora la frecuentaréis bastante después de todo lo que os vamos a contar.

Las dos me miraron incrédulas.

Entonces Ciro, cogió uno de los mapas que teníamos enrollados dentro de una de las celdas y lo extendió en la mesa.

Mis amigas lo miraron sin saber de qué se trataba, pero antes de que pudieran empezar a preguntar, Ciro se les adelantó.

—Fijaos en estos puntos rojos —les ordenó.

—¿Qué son? —preguntó Leire muy atenta al mapa.

—Son zonas de riesgo —les contesté.

—¿De riesgo? No me entero de nada —dijo Ágata mirando el mapa —. ¡Anda! Sí está marcada en rojo mi aldea.

—Y la mía ¿Qué es esto Ciro?

Él me miró y yo asentí con la cabeza, pues mis amigas esperaban una respuesta de él.

—Son pueblos y ciudades de vuestro país donde creemos que están en el punto de mira.

—¿Y eso por qué? —volvió a preguntar Leire sin quitar ojo del mapa.

—Nos están buscando y están a punto de encontrarnos —les contestó Ciro.

Las dos nos miraron con apariencia seria.

Los colores de sus auras cambiaron al instante tras esa contestación.

Entonces, yo me senté delante de ellas para mirarlas fijamente y explicarles todo lo que sabíamos.

—Chicas, esto que os voy a contar es secreto por ahora, pero debéis saberlo, pues os puede afectar a vosotras también.

—Me estás asustando Damara —me dijo Leire.

La Meiga Número 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora