Esa asquerosa ¿Había llamado a mi demonio, Duque querido? ¿Pero qué se había creído?
Y esa demonia, porque era una diabla cien por cien, me acababa de encender tras llamar así a mi Ciro.
Sin que ninguno de los tres se diera cuenta, abrí poco a poco mis ojos para poder observar a aquella furcia que solo con su voz ya había hecho que la odiase.
Le hice un buen repaso, empezando por los pies, ya que era lo primero que llegaba a ver al estar estirada en el suelo como una moribunda. Llevaba unas botas altas hasta las rodillas de cuero negras y con un alto tacón de aguja, las lucía a conjunto de un vestido del mismo material que le dejaba enseñar casi toda su espalda y seguro que parte de su pecho que no lograba observar bien.
Llevaba recogido el pelo en un moño alto, y el color de su rubia cabellera era casi blanco. Desde donde estaba estirada, no podía ver su rostro, pero si vi el de Ciro y su cara se había desencajado.
—Narine —susurro Ciro con asombro.
La demonia sonrió sonoramente y se agarró a las celdas del Duque.
—¿Te alegras de verme? —le peguntó con voz melosa.
—Te creía muerta.
—Ya ves que no, mi Duque, aquí estoy.
Como se vuelva a dirigir hacia él con esos apelativos me la cargo.
—No entiendo cómo has logrado sobrevivir, todos vimos en el inframundo, como te arrancaron el corazón aquí en la tierra —le contestó Ciro con voz seria.
—El brujo al que reté me salvó, pero ahora está muerto, yo misma lo hice —dijo en una sonrisa.
—Ya veo que no has cambiado Narine.
—No, pero dime —dijo pasando sus uñas por la puerta de hierro—. ¿Me has echado de menos?
¿Cómo?
¿Pero de qué se conocían esos dos?
Me estaba empezando a poner nerviosa.
—No.
Volvió a reír escandalosamente.
—Vamos Duque, admítelo, te jodió cuando decidí retar a un brujo y escapar del averno, te dejé allí tirado, ¿lo recuerdas?
Silencio.
Ciro no le respondía.
—Era tu preferida, siempre lo fui.
—Eras una más de todas las que calentabais mi cama —le respondió el Duque serio.
¿Habían sido pareja?
Ella le estaba echando en cara que era su mejor fulana en la cama
Por la diosa, era una demonia amante de Ciro.
Empecé a respirar agitadamente a punto de entrar en un ataque de ansiedad por esa información. Me estaban consumiendo los celos, pero sobre todo, me dolía que él jamás me hubiera contado nada sobre ella.
—La bruja está consciente madame —dijo de repente el encapuchado que la custodiaba.
La demonia se giró mirando hacia el suelo y clavó sus ojos negros sobre mí. Era muy guapa, una mujer de escándalo, parecía una auténtica top model de pasarelas. Sus pómulos resaltaban rosados y muy marcados en su rostro, su nariz era pequeña, pero perfecta, y sus labios eran carnosos y gruesos, pintados de rojo. Me observó atentamente con expresión seria y se agachó para mirarme mejor.
—Sinceramente Ciro —dijo levantándose y mirándome con asco—. No sé cómo has podido dejar a tus legiones de demonios por esta zorra.
—Se la debe chupar muy bien.
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La Meiga Número 5
FantasiaLa sociedad las creía extinguidas, pero las meigas siempre han estado presentes en Galicia. El aquelarre Zafiro, asentado desde hace milenios en el bosque da Fervenza, es un clan de hechiceros con una larga tradición y dinastía familiar, que esperan...