Asustada, tras unos minutos de pleno silencio en la cueva, escuché el asombro de todos los presentes y noté como detrás de mí, el aliento cliente y sonoro de aquel demonio, repicaba en mi nuca haciendo que mi corazón latiera desbordado por el miedo.
Sentía su presencia en mis espaldas.
Pero no me atrevía a girarme, pues no sabía lo que me iba a encontrar detrás de mí.
Estaba segura de que no era el niño que antes se había presentado, puesto que ese ser diminuto que minutos antes se dejó ver, no llegaría a echarme el aliento en la nuca ni en broma.
El corazón se me iba a salir por la boca.
Todo mi cuerpo empezaba a reproducir los sudores más fríos que en mi vida había sentido. Me hormigueaban las palmas de las manos, mi respiración era entrecortada, y creía estar a punto de desmayarme de la angustia que sentía.
Mis ojos no podían dejar de mirar a mis antepasadas, que tenían sus miradas clavadas con asombro en el ser que se encontraba tras mi persona.
En ese instante, contemplé como Harkan y Eros se arrodillaban mostrándole sus respetos al demonio que se había presentado para retarme.
Entonces entendí, que lo que antes me habían dicho no era ningún farol. Que el ser que tenía junto a mí, si era un demonio poderoso, pues ellos, no tenían por qué arrodillarse ante nadie.
Se levantaron a la vez y asintieron con la cabeza.
—Bienvenido a la tierra de los humanos, Duque —dijo Harkan sonriente.
Seguía sin girarme. No podía, no estaba preparada.
Pero tampoco escuché una contestación por su parte.
¿Duque? Hay mi madre
¿Por qué era tan desgraciada?
¿Por qué me tenía que tocar a mí siempre lo peor?
No lo entendía la mala suerte había nacido conmigo.
Mis antepasadas no dejaban de mirar a mis espaldas con los ojos como platos, pero en ese instante, di un respingo agrandado aún más mis ojos.
El demonio, había tocado mi pelo.
No me quería mover.
¿Y si el hechizo que había lanzado sobre él no le afectaba?
Si era un Duque del infierno, quizá mis palabras habían sido penosas y había hecho el ridículo.
Quizá estaba esperando que me girara para mirarme a los ojos y romperme el cuello de un movimiento.
Es que era la lianta de turno, dije que la iba a liar y así lo había hecho ¿Quién me mandaba a mí salir del círculo? Ahora no tenía cojones de encararlo.
—Bienvenido, nocivo infernal —dijo Iris muy seriamente—. Tenéis que sellar el pacto.
Meredith dio un paso hacia mí, pues veía como mi rostro estaba empezando a perder color por el pánico, pero entonces, Eros la detuvo agarrándola por el brazo.
—Si la tocas o le haces daño, juro que mi eternidad será un calvario para ti, porque no dejaré de buscarte —lo amenazó Meredith mirando furiosa a mis espaldas.
Cerré los ojos, estaba a punto de echarme a llorar.
No quería morir.
Sentía el poder que ese ser desprendía. y sin ni siquiera verlo. pude notar como había sonreído tras la amenaza de mi antepasada.
«Ya veo que tienes perras guardianas, loba» —me dijo el demonio mentalmente.
No pude evitar dar un respingo de nuevo, todo mi cuerpo se estremeció al escucharlo profanar mi mente.
ESTÁS LEYENDO
La Meiga Número 5
FantasiLa sociedad las creía extinguidas, pero las meigas siempre han estado presentes en Galicia. El aquelarre Zafiro, asentado desde hace milenios en el bosque da Fervenza, es un clan de hechiceros con una larga tradición y dinastía familiar, que esperan...