No podía seguir con esa situación, deseaba volver a estar con ella como si no hubiera un mañana. Ese último mes, sin poder acercarme a ella con mi verdadera apariencia, había sido un calvario. Solo había ganado terreno el ficticio Marcos, pero yo, era un estorbo para ella.
—En tu imaginación lo verás, no volveré a ser tuya nunca más —me respondió de malas ganas.
—Sabes que eres mía, aunque no quieras.
—¿Por qué estás tan seguro de eso?
—Lo estoy y punto, recuerda que yo te elegí —le solté con rabia.
Ella sabía perfectamente que era mía, y aunque no me estaba poniendo las cosas nada fáciles, no me iba a rendir, por que por mucho que me duela admitirlo, esa bruja me importaba y mucho.
—¿Por qué me elegiste? —me preguntó acercándose a mi rostro.
La conexión que sentíamos era brutal, no podía dejar de contemplar hasta la última peca de su perfecto rostro.
—No quieras saber esa respuesta —le respondí embrujado por sus ojos del color del Jade.
—Quiero saberlo.
Sonreí levemente rozando mis labios con los suyos sin poder evitarlo, mientras le contestaba en un susurro. Iba a ser sincero, a ver si así, lograba que se acercara a mí un poco más.
—Te elegí porque vi en ti a la única mujer con suficiente poder para dominarme —le confesé—. Por qué sé que tú, eres la única que puede amansar a la bestia que llevo dentro, y la única que puede hacerme prisionero en este mundo. La única que puede quitarme las ganas de arrasar este planeta llevándomelo todo a mi paso, y la única que puede hacer que me arrodille y suplique por una mujer —le dije con todo el miedo de mi alma por abrirme a ella—. Soy el temible Duque del infierno y nadie ha podido derribarme jamás. Pero tú, eres un mundo nuevo por descubrir, y aunque creas que los demonios no tenemos miedo, yo si lo tengo, y mi miedo eres tú. Porque tú Damara, eres la única que puede ser capaz de destruirme.
Ya lo había soltado. Eso, era exactamente lo que pensaba de ella, y estaba aterrado, pero por estar cazado por el alma de aquella meiga que no podía quitarme de la cabeza.
Y esos eran los motivos por los que la elegí a ella, pues sé, que Damara es la única que puede dominarme de verdad y por la única que me dejaría domar. Intuía que ella era la única mujer de todos los mundos que podía calmarme y convertirme en una mejor persona, ya que desde que estaba con ella, mi maldad y mi deseo de destrucción se estaban esfumando lentamente.
—¿Satisfecha con la contestación? —pregunté al ver que no me respondía.
Sin apartar su mirada de la mía, asintió conforme.
—Pues ahora, ya sabes por qué te elegí y lo que pienso de ti loba.
—No quiero que pienses que voy a destruirte Ciro, te agradezco que hayas sido sincero conmigo, pero todo lo que me dices no me cuadra —me respondió achicando los ojos para observarme mejor.
—¿Por qué crees eso?
Que fría era. Tras esas palabras, me separé un poco más de ella para darle espacio.
—Pues porque si de verdad crees que yo soy la única que puede dominarte, no etarias acostándote con otra que no fuera yo.
Debía acabar con eso, tenía clavado en su mente que estaba con su prima, y eso no era cierto.
—Tú no me dejas estar contigo —le contesté serio.
—Con tus actos has hecho que no quiera pasar tiempo a tu lado Ciro, entiéndeme.
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La Meiga Número 5
FantasyLa sociedad las creía extinguidas, pero las meigas siempre han estado presentes en Galicia. El aquelarre Zafiro, asentado desde hace milenios en el bosque da Fervenza, es un clan de hechiceros con una larga tradición y dinastía familiar, que esperan...