Estaba en el mundo de los humanos.
Había traspasado el portal.
Minutos atrás, el símbolo del pentagrama que llevaba tatuado en el centro de mi pecho se iluminó, a la misma vez que el círculo que pisaba la bruja elemental al inicio del ritual.
Y eso, quería decir que solo mi alma era compatible con la suya.
He de reconocer, que no había sido fácil tomar esa decisión, pero debía hacerlo, puesto que cuando contemplé el rostro de esa meiga, todo mi mundo se desmoronó.
Así que no lo pensé dos veces, todos los diablos del infierno me miraron con intriga, y yo, lo primero que hice, fue ordenar a Alexander que se ocupara de las legiones, ya que él, era mi mano derecha y el mejor de los generales.
Y entonces me marché del averno bajo la atenta mirada del rey, pues yo, era el primero de las altas jerarquías que iba a traspasar un portal. El primero de los altos cargos que tenía la posibilidad de ser libre y vagar por la tierra.
Y eso hice, marcharme de mi hogar.
Había esperado tanto al decidirme, que las puertas al otro lado, habían dejado de estar en llamas y todo volvía a estar oscuro, pero, aun así, seguí caminando por el puente carbonizado, mirando a través de la oscuridad aquella imagen que tanto me impresionó.
Observé el rostro de aquella bruja, y dentro de mi pecho, me atravesó una punzada al ver aquella sonrisa tan perfecta. Y no solo su sonrisa era bonita, toda ella era digna de admirar.
Supuse que sonreía al no contemplar a uno de nosotros salir de la gruta oscura, y eso me gustó. Pues se iba a llevar una sorpresa, porque yo, había decidido retarla.
Así que pensé que ya había llegado el momento de que sintieran mi presencia. Usé mi poder, y me transforme en el niño que una vez fui, para que no apreciara mi verdadera apariencia. No dejaría que me viera hasta que la tuviera cerca de mí y a solas.
Pero me hacía gracia su rostro relajado, suspirando por el alivio que en esos momentos estaba sintiendo, y escuchaba el murmuro de los aquelarres pensar que otro ritual había salido mal. Así que dejé sonar mi risa diabólica y esta repicó en el túnel.
Disfruté mucho al ver la cara que la rubia de pelo rizado puso. Ahora sí que reflejaba en su rostro el verdadero temor, estaba aterrorizada.
Cuando me mostré ante todos, no pude dejar de observarla, ya que me parecía preciosa, y toda ella, desprendía un poder increíble. La sensación de pisar aquel mundo me gustaba, podía sentir el aire fresco y puro que en nuestra ardiente tierra jamás sentiría.
Iba a disfrutar mucho aquí, así que me convertí en mi sombra, oscura y densa, y recorrí aquel lugar inspeccionando a cada uno de ellos, pero eso sí, sin dejar ni un segundo de mirar a la que, a partir de esa noche, iba a ser mi bruja.
Su magia me atraía, y no podía dejar de intentar acércame a ella. Pero esa esfera amarilla que levitaba sobre el pentagrama que tenía bajo sus pies, hacía de cúpula, y cada vez que iba hacia ella para acercarme, algo me lo impedía y me debilitaba al chocarme contra esa capa invisible.
Malditas brujas.
Sabían protegerse muy bien de nosotros.
Ese clan Zafiro, sabia a la perfección que yo tenía la oportunidad de ser libre si la participante no estaba protegida, puesto que, si no existiera esa cúpula de protección, hubiera podido entrar en su círculo y matarla para liberarme al instante de ese reto.
Así que intente ponerla nerviosa, y lo estaba consiguiendo, pues su cabeza, no dejaba de buscar mi presencia mientras revoloteaba y asustaba a los clanes.
Al mirar hacia la entrada de la gruta, reconocí a los demonios que estaban junto a sus mujeres, y aunque habían pasado muchísimos años, a ellas también las reconocí, seguían siendo tan espectaculares como cuando se presentaron en sus antiguos rituales.
Y eran muy guapas. La dinastía de ese aquelarre era magnifico, no había ni una sola mujer que no fuera bonita, pero ella, Damara, era distinta, era preciosa.
Pero cuando más embobado estaba en su belleza, sentí la magia de todos aquellos brujos usar un conjuro contra mí. Sus voces se clavaban dentro de mi ser, obligándome a disminuir mi poder y entregárselo a ellos para que pudieran anclar mi alma a ese mundo.
Cuando acabaron, me sentía agotado, pero lo que mis ojos contemplaban en ese momento, me volvía a activar. La meiga número cinco, peleaba con sus familiares porque no quería sellar el pacto, y entonces, uso su poder para salir del círculo.
Si, hazlo.
Voy a por ti, brujita.
Pero mientras me abalanzaba sobre ella, el conjuro que lanzó sobre mí, me tocó lo más profundo de mi alma, y por muy demonio de alto rango que fuera, sus palabras se habían adentrado en mí y me estaba apresando.
Era muy poderosa.
Y solo por eso me sentía afortunado.
Que mi alma tuviera la misma similitud con la suya, significaba que, esa mujer, tenía esencia de líder, como lo era yo.
Y aunque mi alma es oscura y perversa, y deseaba ser libre y aterrar a este mundo de humanos, tras ese conjuro que había lanzado sobre mi persona, algo cambió.
Ya no deseaba hacer maldades, deseaba hacérselas a ella.
Quería retarla, ponérselo difícil.
Tanto, que deseaba verla sufrir, quería que ella se volviera tan loca por mí, que hasta le doliera.
Necesitaba esa aventura, me exigía intentarlo.
Así que lo haría, la retaría, le daría la oportunidad de enfrentarse a mí en el tiempo necesario y después, sería libre.
Jamás dejaré que una simple bruja me amanse como han hecho con Harkan y Eros. No le iba a poner las cosas fáciles, pues tampoco quiero que ella, sea la próxima bruja más poderosa de la tierra durante las próximas décadas.
Pero eso no ocurrirá, puesto que yo, no me voy a enamorar de esa meiga, yo no me enamoro de nadie.
Y si no lograra enamorarme, que estoy convencido de que no será así, no conseguirá la inmortalidad y la juventud eterna, puesto que yo, soy el único que se la puedo entregar.
Así que decidí cernirme sobre ella, pero al sentir su miedo, me paré en seco tras sus espaldas, y dejé que todos los presentes, apreciaran mi verdadera apariencia.
Había llegado el momento de que supieran quien era, pues estaba deseando mirar a los ojos a aquella rubia de cabellera larga, que cubría su cuerpo con una túnica, y que tenerla tan cerca, había hecho que todo el bello de mi cuerpo se erizara.
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La Meiga Número 5
FantasyLa sociedad las creía extinguidas, pero las meigas siempre han estado presentes en Galicia. El aquelarre Zafiro, asentado desde hace milenios en el bosque da Fervenza, es un clan de hechiceros con una larga tradición y dinastía familiar, que esperan...