Melisa, llena de terror y confusión, no tuvo más opción que asentir.
—Bien... ahora, déjame ver dónde está tu amiguito y...
La puerta del pequeño cuarto, que aparentemente servía como almacén de los productos de limpieza, se abrió. La persona que había ayudado a Alejandro ahora estaba frente a Melisa.
Mientras tanto, la guardia activó unos imanes que en cuestión de milisegundos hicieron que el silenciador y el inmovilizador regresaran a sus manos. Melisa estaba asustada y agitada, así que tomó una gran bocanada de aire.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó el hombre del sombrero a la guardia y a la pianista.
—Traje a la alumna a un lugar seguro de acuerdo al protocolo de seguridad —respondió la guardia.
—¿Eso es cierto? —preguntó el señor directamente a Melisa.
La guardia miró con seguridad a Melisa mientras las palabras de la mujer resonaban en la mente de la chica.
—Sí... es cierto —contestó con voz temblorosa.
—Bueno... en ese caso, ella es alumna de uno de mis grupos. A partir de ahora es mi responsabilidad reportarla debidamente ante la escuela y sus padres para garantizar su seguridad.
—Claro —dijo la guardia con una mueca de disgusto—. Adelante, puedes ir con tu profesor —le indicó a Melisa.
La chica, aún asustada pero aliviada de haber sido rescatada, obedeció.
—Le agradezco por haberla traído aquí. Notificaré a las autoridades para que la reconozcan —afirmó el profesor, saliendo del cuarto junto con Melisa y la guardia.
—¿A dónde la llevará? —preguntó la guardia.
—A donde están llevando a todos los estudiantes en este momento. Al auditorio principal.
—Muy bien. Hasta luego —dijo la guardia antes de dar media vuelta y alejarse por el pasillo hasta que el profesor y Melisa la perdieron de vista.
—Bien, ven conmigo —dijo el profesor, tomando a Melisa del brazo y llevándola a un salón.
Dentro del salón, Alejandro esperaba con preocupación y, al ver a Melisa, corrió hacia ella.
—¡Meli! ¿Estás bien?
—¡Alejandro! —Melisa se sintió aliviada al ver a su amigo—. Sí... ¿Tú estás bien? ¿Qué fue lo que pasó?
—No tengo ni la menor idea. Solo sabía que estabas a mi lado y luego desapareciste... Pero gracias al profesor Aaron, estamos bien y...
—No —interrumpió inmediatamente el señor—. No soy el profesor Aaron ni, en general, profesor de nada. —Se acercó hacia ellos—. Escúchame bien, Alejandro. En este momento, tú y ella están en grave peligro. Mis indicadores me señalan que hubo una importante manipulación temporal... Sea lo que haya sido, fue provocado y habrá consecuencias. No puedo quedarme aquí por más tiempo, y ustedes tampoco, ya que no son de este universo. Corran hacia el último piso, si pueden, tomen el elevador, enciérrense en el salón del fondo... y váyanse de aquí —advirtió el señor mientras se daba la vuelta y se disponía a salir del salón.
—¡Espere! —pidió Alejandro—. ¿Cómo me conoce? ¿Quién es usted?
El señor lo observó. —Yo...
Una fuerte explosión proveniente de la entrada del edificio los interrumpió abruptamente.
—¡CORRE, YA NO HAY TIEMPO! —El señor se dirigió hacia el salón de enfrente, lo abrió rápidamente y se encerró.
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La Elección De Amelis
Science FictionEn la aparentemente tranquila Facultad de Artes, Una estudiante llamada Melisa, se encuentra desesperada por el inminente examen de Introducción a la Música. Cuando Melisa, enfocada en su estudio de piano, se enfrenta a la posibilidad de reprobar, A...