En la oscura penumbra de los almacenes subterráneos de la torre, los revolucionarios se reunieron junto con los valientes chicos y los sigilosos cazadores. En esee laberinto de pasillos, la única vigilancia provenía de unos pocos drones, fáciles de engañar para aquellos que conocen sus puntos ciegos.
Marisa, líder indiscutible en ese momento tenso, tomó la palabra con determinación. —Mi infiltrada me confirma que Asaf está en la sala de invitados personal de Héctor—, declaró con palabras cortantes en contraste con la suavidad de su tono.
Ante la pregunta de Cazadora Addi sobre la posible falta del objeto buscado, un silencio tenso se hizo presente sobre el grupo. Pero Cazador Uriel, con una sonrisa astuta, ofreció una solución sin titubear. —Entonces, lo haremos hablar—.
Las risas nerviosas rompen la tensión cuando Melisa menciona la anterior situación con humor, aunque la sombra del miedo aún se reflejó en sus ojos. Cazadora Addi, con una sinceridad inusual, reconoce su error pasado con un gesto de disculpa.
La preocupación logística se apoderó del grupo mientras discutian cómo avanzar sin ser detectados. Marisa, siempre pragmática, recuerda cómo entraron la última vez, y la soldado Valeria ofrece una noticia esperanzadora: las cámaras están inactivas temporalmente.
El plan se desarrolla con precisión militar. Los soldados se camuflajean bajo uniformes blancos y máscaras, mientras que Melisa y Alejandro adoptan la misma vestimenta para pasar desapercibidos. Cazadora Addi y Cazador Uriel, con la habilidad de su traje, se integran perfectamente al grupo.
Con un toque de humor para aliviar la presión, Alejandro preguntó quién estaba listo para el largo ascenso por el elevador. Melisa rió, mientras los cazadores buscaban el ascensor recomendado por Marisa.
Mientras tanto, en la sala de reuniones de Héctor, la atmósfera era completamente diferente. Un aire de relajación y despreocupación impregnaba el ambiente, mientras los científicos, confiados en su seguridad, disfrutaban del evento. Sin embargo, una minoría mostraba preocupación por no poder reunirse con sus seres queridos.
En un rincón, Asaf se encontraba absorto en sus pensamientos, acompañado solo por una caguama y un pulque. Adriana, observándolo desde la distancia, se acercó con una propuesta tentadora. —Asaf, ¿por qué no vienes con nosotros al centro?—, sugirió, rompiendo la burbuja de sus pensamientos.
—Creo que aquí me siento bien —afirmó Asaf, buscando un lugar donde concentrarse.
—¿Y por qué allá no te sentirías bien? Hasta donde sé, todos somos tus compañeros de trabajo y nadie te trata mal —replicó Adriana, intentando comprender su elección.
—No, me caen bien todos —sonrió Asaf—. Solo que tengo cosas importantes en qué pensar y tengo que avanzar con las investigaciones... Mientras más rápido llegue a las conclusiones, mejor será para todos.
—Entiendo —dijo Adri, levantándose—. Si quieres ambientarte un poco, estaremos por allá —señaló, pero fue interrumpida por el tono de su celular.
"Piensa bien lo que dirás".
—¿De quién es esa canción? —preguntó Asaf al escuchar la melodía que le llamó la atención.
Adri, asustada, reaccionó rápidamente—. ¿Cuál canción?
—La de tu teléfono.
—Ah... No recuerdo el título, pero es un regué de un guitarrista muy famoso. Siempre se me olvida su nombre... ¿Uriel Serrano? No recuerdo, pero, discúlpame, tengo que contestar.
—Ah, ¡Claro!, perdón. Contesta —cedió Asaf.
Adri se alejó rápidamente de Asaf y salió de la sala de invitados.
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La Elección De Amelis
Science FictionEn la aparentemente tranquila Facultad de Artes, Una estudiante llamada Melisa, se encuentra desesperada por el inminente examen de Introducción a la Música. Cuando Melisa, enfocada en su estudio de piano, se enfrenta a la posibilidad de reprobar, A...