Capítulo 9

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—¡Sí! —Celebró Lupita. —¿Qué lograron?. —Preguntó con curiosidad.

Alejandro y Melisa inmediatamente detuvieron su festejo.

—Logramos... —Melisa intentó idear una explicación.

—Logramos ver el examen. —Dijo sin pensarlo mucho Alejandro. —Es que... Lo estuvimos buscando por todos lados y bueno... ¡ahora lo tenemos! —Se notaba un poco de nerviosismo en las palabras del chico.

Lupita los miró y luego a Melisa, quien sin nada más que poder hacer, asintió nerviosa también. —Entiendo... ¡Pues es todo suyo! Si necesitan concentrarse para comparar respuestas, pueden quedarse aquí, no se preocupen, porque allá en la sala hay toda una plática y bueno... Yo iré a ver cómo están los demás ¿Está bien?

—¡Sí! —Alejandro respondió. —Muchísimas gracias, Lupita, en cuanto terminemos vamos para allá.

—Bien, entonces los dejo. —Lupita se dio la vuelta y caminó hacia la sala de estar, mientras los chicos alcanzaron a escuchar a su compañera preguntando por Ariel.

Alejandro rió levemente y se adentró al cuarto cerrando la puerta.

Vio a Melisa anotar algunas cosas en su celular.

—¿Qué haces, Meli?

—Apunto las respuestas para que no se me olviden cuando volvamos a nuestro universo.

—Pero...

—¿Sí?

—Es que... Cuando volvamos a nuestro universo... Bueno. —Señaló Alejandro al dispositivo. —Ese ya no será tu celular.

Melisa lo miró confundida por un momento, pero después entendió. —Tienes razón... ¡pero son 12 preguntas! ¿Cómo es que memorizaré todas?

Alejandro rió. —Tranquila, Meli. Si quieres, tú aprende las primeras 6 y yo las últimas 6.

—Gracias. —La chica suspiró aliviada.

Los dos se tomaron algunos minutos para asegurarse de que habían memorizado correctamente cada pregunta.

—Yo ya estoy listo, ¿y tú? —Preguntó Alejandro.

—También. —Respondió Melisa.

—En ese caso, es hora de regresar a casa.

Eso tomó por sorpresa a Melisa. —Hablas de... ¿en este mismo momento?

—Sí. Ya encontramos el examen, tenemos las respuestas y el lugar para regresar a nuestro universo.

—Pero... —Melisa volteó a ver hacia la puerta. —No nos vamos a despedir de nuestros amigos.

Alejandro lo pensó. —Me gustaría... sí, pero es mejor no meternos más con la línea del tiempo de este universo. Estoy seguro de que, de no ser por nosotros, esta visita a Lupita no se habría dado, y eso ya puede significar un cambio considerable en esta realidad. Descuida, seguro después de esto, en tus sueños los volverás a visitar.

Melisa asintió un poco desanimada. —Quería agradecerles por habernos traído hasta acá, pero está bien... Entonces, es hora de regresar a casa.

Alejandro se sentó en el borde de la cama de Lupita. —Hay que prepararnos para el ritual.

Mientras todos conversaban en la sala de estar del departamento de Lupita y después de un tiempo, su madre preparaba algunos refrigerios y servía agua de limón o naranja como agradecimiento por visitar a su hija.

—Ángel, ¿podrías ir a mi cuarto para preguntarle a Meli y a Alejandro de qué sabor quieren su agua? —interrumpió Lupita a su amigo.

—Sí, ¿pero cuál de las dos puertas es tu cuarto? —preguntó, mirando hacia el interior del departamento.

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