Capítulo 44

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La vista panorámica de la ciudad se sumió en una oscuridad densa, limitando la visión a apenas unos escasos 4 metros de distancia.

Melisa, con los puños apretados, luchaba por contener el miedo que la embargaba. —M-mis amigos... ¿D-dónde están mis a-amigos? —balbuceó con su respiración entrecortada por la ansiedad.

—¡MELISA! —exclamó Alejandro, sacudiéndola con fuerza. —MELISA, ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? —Su voz resonaba impotente y perturbada.

—¿Le había ocurrido esto antes? —inquirió Cazador Uriel, verificando los signos vitales de Melisa, los cuales aumentaban de manera preocupante.

—No... —suspiró Alejandro con tristeza. —Bueno, lo de que sus ojos emitieran luz, sí, pero solo fue pasajero.

Melisa parecía estar en un estado de trance, ajena a cualquier estímulo físico o auditivo.

Mientras tanto, los científicos de Industrias Oxxo, habían abandonado la fiesta para congregarse en la sala de experimentos donde yacía Marianna, o como ellos la denominaban, la anomalía.

Algunos soldados disparaban hacia ella, pero sus balas resultaban ineficaces; cualquier proyectil que se acercara a 30 centímetros de ella se evaporaba en el aire.

La figura de la mujer se elevaba en el aire, emanando un humo negro de sus ojos, boca y cabello que, al entrar en contacto con cualquier superficie, la corroía lentamente.

Héctor, visiblemente nervioso, irrumpió en la sala y se dirigió directamente hacia Asaf. —¿Qué ha ocurrido? ¿Han encontrado alguna manera de estabilizarla?

—Héctor... Yo... —Asaf lucía completamente desorientado.

—¿Tú? —Héctor inquirió, notando la vacilación de Asaf en responder.

El científico, avergonzado, negó con la cabeza.

Héctor exhaló con molestia. —Asaf, te dije claramente que debías preparar al menos tres planes de estabilización por si la situación se descontrolaba.

—¡Los preparé! —respondió Asaf rápidamente. —Tres planes detallados de contingencia. Uno como respaldo del otro en caso de fallo, y el tercero como solución definitiva. No podía fallar.

—¡Perfecto! Entonces, ¿por qué no has aplicado el tercero? —inquirió Héctor.

Asaf bajó la mirada. —Ya lo hice.

Héctor rodó los ojos y se dirigió a Adriana, buscándola entre la multitud. —Oye, ¿qué tan extensos son los daños?

La joven sacó rápidamente una tableta desplegable y comenzó a realizar cálculos. —Según los datos del último análisis, la zona afectada abarca entre 2 y 3 kilómetros.

El CEO de Industrias Oxxo suspiró. —El presidente sigue, Juárez me ajusticiará por esto, pero al menos no será toda la ciudad. —Su risa fue teñida de cinismo.

—No será toda la ciudad —confirmó Addi, quien había estado escuchando la conversación. —Será todo el universo.

—¿Todo el universo? —Héctor preguntó incrédulo. —Eso es imposible. ¿Quién eres tú?

—Yo soy una superviviente de su ataque —respondió Cazadora Addi, mirando a Marianna con desdén.

—Sí... claro —replicó irónicamente—. Bueno, "superviviente", estamos hablando de ciencia, de resultados comprobables, no de experiencias. Su energía no es suficiente para causar daños más allá de 3 kilómetros. ¿Cómo podría afectar entonces a TODO el universo? —enfatizó.

—No lo sé. —respondió Cazadora Addi. —Tal vez no sea mi experiencia la que te lo confirme, tal vez sea la cara de preocupación de tu científico Asaf la que lo explique.

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