Capítulo 1

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Lunes, 5 de la mañana.

El sonido estridente de la alarma interrumpe bruscamente el sueño de Melisa, arrancándola de su descanso con un sobresalto. Con una mezcla de somnolencia y desgano, apaga el dispositivo y se acurruca de nuevo en la cama, cerrando los ojos con una débil sonrisa en los labios. El despertar temprano en un lunes era un recordatorio ineludible de que una nueva semana de preparatoria estaba por comenzar.

Cinco minutos más tarde, el celular de Melisa suena nuevamente, instándola a levantarse. En un estado de semiconciencia, se plantea si realmente es necesario prolongar su sufrimiento matutino hasta el último minuto posible. Su padre, quien debe salir para ir al trabajo, no puede permitirse el lujo de "reposar el sueño". Con los ojos entrecerrados, Melisa observa su celular y apaga la alarma una vez más. Lo deja a un lado de la cama, bosteza y su cuerpo, como por inercia, se estira obligándola a despertar por completo.

El ambiente sigue envuelto en penumbra, solo iluminado por la tenue luz emitida por su celular apuntando hacia el techo. En ese momento, la joven comienza a cuestionarse su existencia, fijando su mirada en el techo como si esperara encontrar alguna señal de que hoy no hay preparatoria, de que puede cerrar los ojos y despreocuparse de sus responsabilidades.

Son las 5:10 y, resignada, Melisa frota sus ojos, los abre de par en par y vuelve a bostezar. Finalmente, reúne las fuerzas necesarias para levantarse y busca sus lentes redondos. Se sienta en la cama, medio adormilada, tratando de recordar qué es lo que la inquieta, pero no logra dar con la respuesta. Algo parece faltar en su mente, pero las piezas no encajan.

El reloj marca las 5:15. No es momento de sumirse en sus pensamientos, Habrá tiempo para ello más adelante. Melisa finalmente se pone de pie y comienza su rutina matutina, sin nada fuera de lo común. Escoge su atuendo del día, se dirige al espejo para peinar su cabello castaño que llega más allá de sus hombros y presenta sutiles toques de morado. Revisa que no olvide nada para la escuela, abre la puerta de su habitación y se encamina directamente hacia la mesa para tomar un vaso de leche.

Con todo listo, solo queda esperar a su padre. Él trabaja en una escuela y debe estar allí a las 7 en punto, lo que significa que Melisa debe estar lista aproximadamente a las 6:50, aunque sus clases no comiencen hasta las 7:20. Mientras viaja por la ciudad de Puebla, donde reside, la joven de piel morena y estatura de 1,65 metros escucha música, observando las mismas casas, puestos y construcciones de siempre. Es la misma ruta de siempre, rumbo a la preparatoria, como cada inicio de semana.

El día en la preparatoria transcurrió sin grandes sobresaltos. Melisa entregó todas las tareas asignadas, prestó atención en clase y aprendió información que, a decir verdad, probablemente no recordaría en diez años. La preparatoria estaba bien, pero no era su mayor interés.

Lo que realmente le apasionaba comenzaba cada lunes a las 4 de la tarde. Específicamente, en solfeo. Sí, tenía que aprenderlo como parte de su formación en la Facultad de Artes de la BUAP, donde cursaba el Técnico en Música, requisito indispensable para acceder a la licenciatura. No era tarea sencilla conciliar sus estudios de preparatoria con el Técnico, pero era algo que Melisa no podía rechazar.

¿Complicado? Sin duda. Era habitual que Melisa olvidara ciertas cosas, razón por la cual se esforzaba tanto por recordar aquello que la inquietaba desde la mañana. Olvidar algo relacionado con la preparatoria no le preocupaba demasiado. Un 8 no le causaba gran aflicción. Olvidar algo del Técnico, como "Introducción a la música", que se centraba únicamente en la historia, podía ser repasado más adelante.

Sin embargo, olvidar algo relacionado con el solfeo o con su instrumento, el piano, donde destacaba por su extraordinaria habilidad, no solo podía afectar su calificación, sino también su aprendizaje. Durante el resto de su tiempo en la preparatoria, Melisa intentó recordar, convencida de que algo estaba olvidando, pero sus esfuerzos no dieron resultado.

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