Capítulo 24

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—¿Una... variante mía?

—Sí... una de las millones que existen —respondió Aelurus.

La pianista apenas podía asimilar lo que estaba escuchando. —Y... ¿cómo que su nombre era?, ¿dónde está?

—Para poder transferirte sus poderes, debía dejar de existir, Meli —explicó Aelurus.

La pianista miró confundida al líder guardian. —¿Pero por qué yo?

Lithara se acercó a la chica. —Creemos que fue para ayudarnos.

—¿Yo?... ¿A ustedes?

—Sí —confirmó la Capitana Astraea.

—¿Pero cómo yo podría ayudarlos a ustedes?

—Tampoco lo sabemos —dijo Aelurus acercándose a Melisa—. No sabemos cómo y no sabemos por qué. Lo único que sabemos es en qué nos vas a ayudar y que tú eres la elección de Amelis.

Melisa miró sus manos. —¿Y en qué se supone que los voy a ayudar?

—¿No crees que estás apresurando un poco las cosas, Aelurus? —preguntó Lithara observando a la chica.

—Tienes razón, Lithara, pero ¿qué podemos hacer cuando no hay tiempo y universo tras universo es consumido por Morvanna? —preguntó Aelurus desesperado a su compañera.

—¿Morvanna? —interrogó Alejandro, que no se perdió ningún detalle de la conversación.

Aelurus miró a Lithara sin saber exactamente qué hacer. A pesar de venir de un universo de tipo 4 y además de tener poderes, conservaba gran sabiduría, pero por primera vez se enfrentaba a una situación que se le estaba saliendo de las manos y, por consecuencia, estaba superando sus propios límites.

—Morvanna... Es la responsable de aquella visión que te aturdió cuando estuviste en el Universo 4756, Melisa.

Para la chica, fue fácil recordar aquella situación. Nada en su vida la había hecho sentir tan incómoda y triste al mismo tiempo. —¿De verdad?, ¿entonces saben qué significa lo que vi?

—Bueno... como tal no tiene un significado —respondió Lithara—. Es más bien una realidad. —La guardiana Equilibrista alzó la mano hacia una de las pantallas que de inmediato comenzó a mostrar un vídeo en donde se podía observar a una mujer.

Melisa y Alejandro se acercaron hacia la pantalla.

—¿Es?... —Melisa podía reconocerla, pero no recordaba su nombre.

—Anna —completó Alejandro.

La chica parecía tener el cabello desgastado, su piel estaba completamente pálida, tenía ojeras demasiado marcadas y la vista completamente perdida.

—Pero... ¿por qué nos muestran esto? —preguntó Melisa confundida.

—Observa —ordenó Aelurus—. Esta es la variante de Anna. La chica que encontraron en el Universo 4756, solo que les estamos mostrando lo que pasó con su variante del Universo 2420.

Melisa y Alejandro prestaron atención a la pantalla.

Los ojos de Anna lentamente comenzaron a volverse completamente blancos para después destellar una luz blanca intensa iluminando su rostro demacrado. La habitación parecía vibrar con una energía ominosa, mientras que Anna, sin expresión alguna, se volvió el epicentro de un fenómeno aterrador.

Una sombra negra empezó a emerger de sus ojos, extendiéndose como una neblina oscura que se deslizaba lentamente por todo el cuarto. A medida que avanzaba, comenzaba a consumir todo a su paso, hasta que la sombra, de moverse lentamente, comenzó a hacerlo como si de una onda expansiva provocada por una bomba nuclear se tratase.

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