Melisa contemplaba el techo de su cuarto, sintiendo cómo los minutos avanzaban lentamente.
Faltaban pocos momentos para que el reloj marcara las once en punto, y el nerviosismo le había robado el escaso sueño que podría haber conseguido.
Llegados a ese punto, intentar dormir era inútil. Recordó las palabras de ánimo que su amigo Alejandro le había dado antes de despedirse en la escuela y cerró los ojos, dejando escapar un largo suspiro.
Al abrir los ojos de nuevo, se encontraba en el palacio de la Orden de los Equilibristas, específicamente en la sala de reuniones. Aelurus y Lithara, frente a ella, le sonreían, al igual que Alejandro, quien se encontraba a un lado y saludaba con la mano.
—Melisa, Alejandro —los nombró Aelurus—, bienvenidos una vez más al palacio de la Orden.
—Gracias —respondió Alejandro, mientras Melisa solo asintió.
—Hoy, como habíamos acordado, continuaremos con su entrenamiento —explicó Lithara—. Aelurus se encargará de Melisa y yo me encargaré de ti —dijo, dirigiéndose a Alejandro.
—El objetivo de este entrenamiento es simple —añadió Aelurus—: queremos que sean capaces de utilizar los poderes que les han sido heredados hasta el punto de ser considerados uno de los seres más poderosos del multiverso. Solo así podremos garantizar nuestra victoria y restablecer la paz en el multiverso. Sé que pueden estar nerviosos, pero no se harán daño, y si algo no sale como planeamos, lo repetiremos hasta que salga bien. Así que, en ese aspecto, pueden relajarse —Aelurus miró a Melisa, percibiendo sus sentimientos.
—¿Tienen alguna duda? —preguntó Lithara. Los chicos negaron con la cabeza, aunque algo inseguros.
—Muy bien, síganos —ordenó Aelurus, comenzando a caminar junto a Lithara.
Melisa y Alejandro siguieron sus pasos, descendiendo al primer piso del palacio de la Orden.
—¿Estás lista para convertirte en una de las personas más poderosas del multiverso? —preguntó Alejandro, notando la distracción de Melisa.
—Claro... —respondió Melisa, aunque no muy convencida.
—Lo sé... suena increíble, la verdad es que yo tampoco creo que vaya a suceder —dijo Alejandro, malinterpretando su respuesta.
Melisa observaba el paisaje que ofrecía la bajada al piso inferior. Miles de universos conectados entre sí, cada uno con sus propias vidas, parecían no tener fin, y se suponía que ella debía salvarlos a todos.
Una vez llegaron al piso inferior, Alejandro miró a su alrededor, buscando a alguien, aunque sin querer preguntar para no parecer obvio. Cuando dirigió su mirada a la biblioteca, allí lo encontró.
Le alegraba verlo y quería saludarlo, pero tenía un entrenamiento que completar. Por fortuna, Cazador Uriel giró la vista en el momento justo y, desde la entrada de la biblioteca, lo saludó. Alejandro devolvió el saludo inevitablemente hasta que perdió de vista al cazador, quien estaba junto a Cazadora Addi, Agente Arden y Capitana Astraea.
El movimiento de la mano de Alejandro distrajo a Melisa de sus pensamientos. —¿A quién... Oh, ya veo.
—Quién sabe qué estarán haciendo —respondió Alejandro.
—Ya decía yo que algo faltaba. Descuida, después nos lo contarán —comentó Melisa, notando la preocupación en los rostros de todos.
No pasó mucho tiempo antes de que los equilibristas y los pianistas llegaran al Área de Entrenamiento, un vasto complejo cuyo diseño combinaba elementos arquitectónicos de diversas culturas y épocas, reflejando la diversidad y el conocimiento acumulado por la orden a lo largo del tiempo.
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La Elección De Amelis
Science FictionEn la aparentemente tranquila Facultad de Artes, Una estudiante llamada Melisa, se encuentra desesperada por el inminente examen de Introducción a la Música. Cuando Melisa, enfocada en su estudio de piano, se enfrenta a la posibilidad de reprobar, A...