Capítulo 52

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—Seguramente está en la sala de reuniones —dedujo con seguridad—. Pero... ¿a qué te refieres cuando dices que tiene algo?

—No estoy seguro —respondió Alejandro—. Pero, como mencioné antes, Leojared me explicó que teníamos que ayudarlo.

—Aelurus no tiene nada —comentó Arden—. Si quieres, podemos llevarte con él, pero primero necesito monitorear tu conexión con uno de tus poderes.

—Acabo de utilizar uno.

—¿De verdad? No he visto que hagas absolutamente nada.

—Le dije a Melisa otra forma de usar sus poderes.

—Yo también puedo deducir cosas y créeme, eso no es un poder —Arden observó su tableta—. Anda, vamos, demuéstranos alguno de tus poderes.

Alejandro rio nervioso.

—Yo...

—Lectura de la mente emocional...

Alejandro volteó al escuchar una voz, pero no había nadie aparte de los cazadores, el equipo de intervención y Lithara.

—Soy Leojared, recuerda mi voz.

—Claro —respondió incómodo Alejandro.

—Muéstranos —asintió Arden, pensando que le hablaba a él.

—Lectura de la mente emocional —repitió la voz de Leojared—. Con esto puedes leer las emociones y los sentimientos de cualquier persona a tu alrededor. Este poder te permite entender mejor a los demás y adaptar tu comportamiento para influir en ellos de manera más efectiva —explicó Leojared—. Utilízalo para averiguar cómo se siente y díselo.

—Aquí voy —Alejandro sacudió sus brazos—. ¿Y ahora con qué canción se supone que puedo activar ese poder? —se dijo a sí mismo, nervioso.

—¿No vas a tratar de averiguar nada por tu cuenta?

—No por nada fui a un universo donde casi muero en varias ocasiones. Se supone que el maldito cogniespectro me tenía que decir esa información.

Leojared suspiró.

—Es una canción que habla sobre la vida.

—¿Es una rola mía?

—No lo sé... pero creo que eso es lo que puedo sentir.

—El cogniespectro no funcionó en ti, ¿cierto? —preguntó preocupado Arden.

—¡Sí funcionó! —respondió Alejandro rápidamente—. ¡Dime antes de que piense que nuestro viaje fue en vano! —suplicó en su mente.

—¡Ya te dije que no lo sé! —respondió Leojared—. Habla sobre la vida, el destino... ¡algo sobre unas ventanas del mar!

Alejandro rodó los ojos.

—Al pasar el sol, se abrió la noche. Y era la vida, la hermosa vida —comenzó a cantar el pianista.

Que al pasar te deja ser
Y mientras resolver
El destino que te toca
Quizá lo puedes ver
Se asomó en las ventanas del mar
Y te asombra
Que al final todo te sobra...

Después de recitar la melodía, el chico perdió el color de su vista. Todo lo observaba en blanco y negro.

—Ora... no veo —se asustó Alejandro.

—¿Quedarte ciego es un poder? —preguntó Arden, confundido.

—No me refiero a ciego —aclaró Alejandro—. Es como si...

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