Capítulo 34

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—Por este lado, tenemos todos los objetos que están cerca a estrenarse, cada uno con características especiales y únicas. —Hablo Cazador Uriel.

Alejandro pidió permiso mientras avanzaba hacia el frente. —Disculpe.

—¿Sí? —inquirió Cazador Uriel.

—Este artefacto. —Alejandro señaló el objeto. —¿Tiene fecha de salida oficial?

—¿El cogniespectro? —Cazador Uriel sabía que había llegado el momento. —Sí, mira... El cogniespectro...

De repente, una alarma resonó mientras las luces parpadeaban en rojo.

"Alerta sísmica, alerta sísmica."

Discretamente, Alejandro guardó el cogniespectro en el bolsillo de su pantalón.

—Rápido, rápido. —El guardia más cercano indicó la ruta de evacuación. —Sin empujar y con calma.

Los chicos, junto con Uriel, siguieron las órdenes.

Ahora solo tenían que salir y desaparecer.

En la entrada, ya había mucha gente, incluida la compañera que había saludado a Uriel pensando que era Alfredo.

Todo iba bien hasta que la chica vio a su amigo entre la multitud.

—¡¿Alfredo?!

Él la ubicó y se acercó. —¡Hola! ¿Qué está pasando? No había simulacros programados.

—¿Simulacros? No es un simulacro.

—¿Entonces qué es?

—¿Un temblor?

—Pero... Mi aplicación no me mandó ningún mensaje de sismo.

—Quién sabe... —Dijo la chica. —Pero oye, para estar en el segundo piso bajaste muy rápido, ¿no?

—¿En el segundo piso? —preguntó confundido Alfredo. —Yo acabo de llegar porque recordé que olvidé mi cartera.

—¿¡Qué!? ¿Me estás jugando una broma?

—¿No? —Alfredo no entendía la reacción de su amiga. —¿Por qué?

—¡Porque hablé contigo! Y no solo eso, te devolví la cartera.

—¿¡Devolvérmela!?. Claro que no, acabo de llegar.

—Me estás jugando una broma. —La chica se acercó rápidamente y comenzó a tocar sus bolsillos.

—¡Ey, ey! —Expresó Alfredo exaltado. —¿Qué haces?... ¿Por qué?...

Su amiga se detuvo y volteó hacia la entrada. —No tiene la billetera...

—Oiga muchachita. —Una mujer de la tercera edad le habló. —¿Por qué nos sacaron si no hay temblor?

—¿No hay temblor?...

—No, de hecho, si lo notan, somos el único edificio que está evacuando. ¿Fue simulacro?

—No teníamos simulacros programados hoy... —La chica se quedó mirando fijamente la entrada del museo y recordó que al Alfredo al que le había hablado, se tardaba un poco en responder, tal vez, por pensar cuidadosamente sus respuestas.

Ahí fue cuando hiló todo. —¡No! —La chica corrió hacia la entrada para tomar su intercomunicador, pero el personal de seguridad la retuvo.

—No puede pasar, hay una situación de emergencia.

—¡No! Burlaron los sistemas de seguridad. —Avisó preocupada. —Tenemos un código 91.

Cazadora Addi, que estaba al tanto de la ubicación de los chicos, recibió una notificación en una de las pantallas proyectadas para monitorear la mayor parte del lugar.

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