Capítulo 39

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—La última vez que nos hicieron entrar a un lugar, ya no pudimos salir de ahí. —Vaciló Alejandro preocupado mientras caminaba junto a Melisa, y por delante se encontraban Cazador Uriel y Cazadora Addi.

—Yo ya entré, no te preocupes, es seguro. —Defendió VZ47.

—Sí, Ale, descuida, no creo que una cueva sea lo más peligroso a lo que nos enfrentaremos. —Consideró Melisa.

—¿Una cueva? —Preguntó Marisa. —Es solo la entrada de la base. —Dejó su casco en el suelo y comenzó a dibujar un patrón en el fondo del rocoso y terroso lugar. Después, se levantó y miró a los chicos con una sonrisa.

El suelo comenzó a iluminarse con un ligero tono azul y de ser pura tierra, se convirtió en una placa de metal que comenzó a deslizarse hacia abajo.

—Bienvenidos a la Base Capital Revolucionaria. —Mostró Marisa orgullosa.

Frente a Melisa, Alejandro y Cazador Uriel, se erigía la base subterránea más importante de todo el país.

—¿¡Revolucionaria!? —Alejandro dirigió su completa atención a la chica.

—Sí. —Confirmó Addi. —Marisa en este universo es la principal líder del movimiento revolucionario en contra del dictador Benito Juárez.

Alejandro boquiabierto, observó cada rincón del lugar.

Desde donde se encontraban, se podían divisar las amplias cámaras de reunión que servían como espacio de encuentro para los revolucionarios.

La base estaba equipada con tecnología de última generación en las que se encontraban sistemas de seguridad 100% efectivas y comunicaciones encriptadas para proteger la privacidad de sus miembros. Además, drones de vigilancia y dispositivos de camuflaje garantizaban la protección de la base.

También, había diversas áreas que servían como zonas de entrenamiento, donde los revolucionarios perfeccionaban sus habilidades en combate, estrategia y resistencia física.

Algo que también destacaba era la extensa biblioteca subterránea que almacenaba información sobre la historia del dictador, tácticas de guerrilla y experiencias de otras resistencias exitosas.

Esta fuente de conocimiento era esencial para preparar estrategias efectivas.

En los techos, había pancartas que contenían lemas y frases que invitaban a luchar en contra de lo que la historia en esa realidad había denominado el Juarismo.

—El Juarismo... es aquí lo que en mi Universo fue el porfiriato. —Reflexionó el chico.

Alejandro miró hacia atrás, donde se encontraba el corazón de la base.

—A la madre... —Musitó Alejandro cuando vio una imponente estatua de al menos 100 metros de altura. La cara y el peinado le resultaban muy familiares al chico, que apenas podía creer el espectáculo arquitectónico y tecnológico que estaba presenciando. —Ese... ¿Ese es Ángel?...

Marisa volteó al escuchar la pregunta del pianista. —Sí... Cuando nació la causa, se decidió rendir tributo a quien nos abrió los ojos... A él le hubiera encantado volver a verlos.

Alejandro frunció el ceño.

—Espera... —Melisa miró a la líder revolucionaria. —¿Cómo que le hubiera encantado?, ¿No se encuentra aquí?...

Los chicos llegaron a la primera planta de la base, donde uno de los comandantes esperaba a la líder.

—Marisa. —Llamó algo preocupado.

—Comandante Giovanni. ¿Qué sucede?

—Nos informan de una pequeña movilización de la guardia en la 6 oriente. Nos preocupa nuestra principal base armamentista.

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