Capítulo 18

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No sé si vienes de aquí o si vienes de allá

No sé si el camino que escogiste te lleve a la verdad.

O tal vez no aprendiste

Y ahora dar te cuesta másO tal vez no aprendisteY ahora dar te cuesta más.

Pudiendo ser el ave izquierda

Huitzil azul, dame más fuerzaColibrí, despierta.

Y hoy paso los días y noches enteras buscando

Y las pesadillas apenas están comenzandoEl televisor hace años me está programandoY hoy paso los días y noches enteras buscándote.

Cada que pienso lo que pienso

El Universo se respira y va al inversoPiensas que no percibo tu energía, y con un versoMe ofreces la solución.

Y desde que callo lo que pienso

Antes de que decida lo que viene en el comienzoMe gustaría pintarlo como manchas sobre un lienzo¿Quién tiene la solución?.Y hoy paso los días y noches enteras buscandoY las pesadillas apenas están comenzandoEl televisor hace años me está programandoY hoy paso los días y noches enteras buscándote.

El automóvil de Danna se detuvo brevemente frente a su destino.

—Bueno... aquí estamos, Alejandro.

Al verlo, no le quedó la menor duda de que había llegado al lugar correcto.

—Menos mal que estabas cerca. Muchas gracias, Danna.

—De nada. —Danna se acercó para despedirse con un beso en la mejilla. —Fue bueno verte de nuevo. Deja de desaparecer y habla conmigo más seguido, o la próxima vez pensaré dos veces antes de ayudarte.

Alejandro rió. —Lo prometo. —Abrió la puerta del coche. —De todos modos, mándame un mensaje primero y... si parece que olvidé este momento, sigue como si nada. A veces soy un poco olvidadizo.

Danna negó con la cabeza. —Un poco, claro. —Cerró la puerta del vehículo desde su panel. —Cuídate.

—¡Tú también, Danna!

Su amiga avanzó y lo dejó en la entrada de la facultad.

En el momento en que se dio la vuelta, vio a algunas personas en la parte superior de la construcción soltando lonas.

—¿¡Qué diablos!?

Primer discurso de

Raúl Sánchez 

Aspirante a candidato presidencial de la república.

—¡¿Aspirante presidencial?!

—¿Alejandro? —Una voz lo interrumpió.

—¡Sadow!

—Hijo de la guayaba.

Con una estatura de 1.65 metros y el cabello completamente rizado y largo, su amigo, con quien había hablado por teléfono hace algunas horas, se acercó y lo arrastró hacia el interior de la facultad.

La Elección De AmelisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora