Capítulo 50

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El músico se giró hacia el pianista de inmediato.

—¿Alejandro 3655? ¿Qué haces aquí? —indagó.

—¿Y tú? —replicó, sorprendido.

Ante él se erguía una criatura de pelaje fulgurante y brillante, con cola llameante, orejas puntiagudas, garras de fuego y marcadas tribales del mismo elemento adornando su pelaje, buscando algo con impaciencia.

Ante él se erguía una criatura de pelaje fulgurante y brillante, con cola llameante, orejas puntiagudas, garras de fuego y marcadas tribales del mismo elemento adornando su pelaje, buscando algo con impaciencia

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—Yo, simplemente, cumplo con mi cometido. Estoy a la espera de la variante indicada para mostrarle mis habilidades —contestó el ser, observando nuevamente el entorno vacío que les rodeaba, salvo por ambos.

—Parece que soy el único aquí, Leojared.

El nombre de la criatura que meses atrás le había instruido en el uso del ritual de las puertas oníricas a Alejandro era Leojared.

—Espera... ¿Cómo has llegado hasta aquí? —inquirió, acercándose.

—Fue mediante un artefacto... El cogniespectro —respondió Alejandro.

—¿El cogni qué? —inquirió Leojared, perplejo. —Eso suena como algo que los... —el ser comenzó a analizar la situación y, luego, dirigió una mirada incrédula hacia Alejandro. —¿Acaso fuiste enviado aquí por la Orden de los Equilibristas?

—Sí... —respondió el pianista, simplificando la situación. —¿Conoces a los Equilibristas?

Leojared se volvió de espaldas a Alejandro. —No puede ser... Juré que la variante elegida sería el viajero en el tiempo y su compañera... —murmuró, incrédulo. —Definitivamente, mis poderes tienen un límite.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Alejandro. —Aún no comprendo qué estamos haciendo aquí.

Leojared reconoció que disentía con la forma en que las cosas se estaban desenvolviendo, pero la misión que le habían encomendado no era cuestionar, sino asistir.

—Alejandro 3655, el pianista. ¿Recuerdas lo que te dije la última vez que nos encontramos?

Alejandro trató de recordar. —Dijiste algo como... "Hola, soy Leojared. No tengo tiempo para explicarte el contexto, pero debes aprender el ritual de las puertas oníricas". Después de enseñármelo, me dijiste: "No se lo digas a nadie", y luego te desvaneciste como un fantasma dentro de mí —recordó, mencionando todo lo que le vino a la mente.

—Bueno... Tampoco tengo mucho tiempo en esta ocasión, pero sí lo suficiente para explicarte por qué tú y yo estamos aquí —dijo Leojared, fijando su mirada en el pianista. —¿Ya conoces a Amelis, verdad?

—Sí —respondió Alejandro, desconcertado por la pregunta.

—Así como Melisa es una variante de Amelis, tú... eres mi variante.

Alejandro dio un pequeño salto de sorpresa. —¿Tengo una variante en el Universo 17?...

Leojared negó, entrecerrando un ojo. —Más bien, tú serías mi variante.

La Elección De AmelisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora