Rava, con un simple gesto, hizo que el suelo bajo sus pies se convirtiera en dos banquillos, los cuales se materializaron rápidamente. Ambos ocuparon sus asientos y se observaron en silencio durante un breve momento.
Gustavo sentía que la sensación de calidez y majestuosidad que había experimentado con la Suma Sacerdotisa no estaba presente en este momento. Aunque podía percibir una energía vital desbordante emanando de su cuerpo, que claramente estaba por encima de los estándares comunes, no había algo más allá de eso. A primera vista, parecía ser simplemente una habitante del bosque más.
—Me gustaría presentarme formalmente. Me llamo Gustavo Montes —dijo con un tono cordial.
—Rava.
—Es un placer, sacerdotisa Rava —añadió, asintiendo en ceremonia.
—Tienes un comportamiento muy peculiar —dijo, con una sonrisa como quién observa a un nuevo animal—, así como el nombre, pero supongo que todos los humanos se han vuelto así.
—Sí —dijo, con una sonrisa forzada, no encontraba beneficio en contarle toda la verdad.
—¿Cómo es tu tierra?
—Lamento mi comportamiento —dijo al no poder aguantar más—, pero le pido responda antes mis preguntas, y después de ello seré suyo para cualquier duda que tenga. Lo prometo.
—¿Mío? —se cuestionó, asqueada con la sola mención—, no me gusta arrebatar la libertad a ningún ser vivo...
—A eso no me refería —intervino—, solo quería decir que estaría disponible para usted hasta que se canse de mis respuestas —reformuló, cuidando mejor sus palabras.
—Estoy dispuesta. Pregunta.
—¿Dónde se ocultan los lobos a los que ustedes llaman espíritus del bosque?
La pregunta provocó un cambio sustancial en la expresión de la Sacerdotisa, tenía curiosidad en los humanos, pero no cuando eso afectara la estabilidad de su hogar. El humano rompió el hechizo que había efectuado con rapidez, fue entonces cuando fue consciente del peligro que representaba la maldad con cuerpo humanoide.
Gustavo inspiró profundo, romper el hechizo desestabilizó su núcleo energético.
—La Primera tenía razón —dijo al levantarse. Gustavo también lo hizo—, nada es impenetrable para ustedes. Mi maestra pensaba que mi larga vida me habría brindado sabiduría, pero, la verdad es que lo único que me dio fue aburrimiento, y aquella forma de combatirla parece que me hizo cometer una insensatez, pero parece que no fui la única —sonrió—. ¿A quién me estoy dirigiendo en verdad?
El muchacho respiró profundo para no gritar, consciente del error cometido.
—Lo siento —dijo con sinceridad—, discúlpeme por favor, no busco hacerle daño, ni a nadie en este refugio. Es solo que estoy desesperado. —La máscara de inexpresividad que había mantenido por fin cayó, dejando ver cómo en realidad se encontraba, destruido y frágil—. Solo respóndame, y le prometo nos iremos luego de responderle lo que quiere.
Rava no confiaba, ya no. Se mantuvo en una posición defensiva, aunque su corazón sabía que no podía hacer nada si el joven deseaba atacarle.
—No te diré nada. —Sus ojos resplandecieron con resolución.
—Secuestraron a mi amigo, yo solo quiero recuperarlo.
—Los villanos merecen todas las desgracias, no puedo empatizar con un monstruo como tú.
—Monstruos son las bestias que se lo llevaron. —Sus ojos expresaron la cólera naciente, y el abismo eterno.
—No te servirá de nada intentar convencerme, no lo lograrás.
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El hijo de Dios Vol. IV
AdventureCon la tensión de los reinos vecinos en aumento, y la guerra en pausa, Gustavo debe seguir su corazón a tierras inexploradas para salvar a su buen amigo Wityer, aunque eso conlleve poner en riesgo tanto su vida, como la de sus compañeros. ¿Estará d...