55. Sinfonía

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Vanessa

Salimos antes del instituto y llegamos a su casa por sugerencia de la señora Lara, ella no iba a llegar a su casa hasta en la noche. No entendí bien, aun así no le puse peros. Lo último que me comentó fue que su esposo llegará de su viaje.

Ni sabía que se fue.

Lucía estuvo cinco minutos acostada y se quedó dormida, preferí silenciar mi teléfono y acompañarla en sus sueños. Era una buena idea, solo que no lo logré. Sigo aquí atenta viendo como duerme sin problemas. Una pequeña sensación de angustia no me deja.

Ella está recayendo, y no quiere hablarlo con nadie. Quiero ayudar y se niega. Si insisto, terminaré hostigándola, es lo menos que busco.

Suspiro pasando mis manos por mi cuello sintiendo un sudor molesto, me destapé y me senté apoyada de la cabecera. Mi atención fue atraída por pasos cansados proviniendo de las escaleras, tenía una idea de quién sea y preparé mi mejor gesto soñoliento.

—Decepcionado, así me encuentro —entra Fabio con Hugo sentado sobre sus hombros. El pequeño aún trae su uniforme rojo y mochila azul colgada en su espalda, él me saluda moviendo su mano.

Tiene sueño.

—¿Y por qué? —sonreí divertida.

—Estuve con la cámara lista para capturar el momento más vergonzoso de Lucía, y nada resultó como lo esperaba.

—Mi intención no era hacerla sentir mal.

—La mía sí.

—Será en la próxima, lo lamento.

—No mientas, no lo lamentas.

—Era sarcasmo.

—Las malas mañas de Lucía se te están pegando —alza su cabeza —Ves, no debes juntarte con ella, Hugo.

—Yo la quiero —bosteza acomodando su rostro en los cabellos de su primo como si fuera una almohada.

—Y no me agrada la idea.

—¿Por qué? Exageras un poco.

—Tenía que llevarlo a la casa, sus abuelos vendrán a visitarlo, y adivina qué, se tiró al suelo, al frente de mi posible amor —aprieta sus labios —Omita la última palabra, en mi cabeza sonaba mejor.

—Fabio, ¿Nunca has convivido con un niño antes?

—¿Qué tiene que ver?

—Si él no quiere ir es porque algo sucede, se está quedando dormido sobre ti, está cansado y en su casa quizá... No siente la suficiente tranquilidad —cambié mi opinión, preferí no decirlo.

—No entendí tu punto, pero ¿Te quitas? Lo acostaré al lado de Lucía.

—¿Por qué estás botando a mi novia, tonto? —balbucea mi novia sin moverse.

Fabio alza a Hugo, quien se frota los ojos con sueño. Al ver que su primo lo acerca a Lu, el pequeño sonríe y extiende sus brazos, esperando ser recogido. Sin embargo, Fabio solo juega con él, alejándolo y acercándolo, ilusionándolo. Después de disfrutar de los intentos de Hugo, Fabio finalmente lo lanza, y el pequeño cae en el medio de nosotras. Mi novia se sobresalta del susto, abriendo sus ojos.

—Auch —se soba su mejilla.

—¿Cuándo llegaste? —Luc se sienta rápido para recibir en un abrazo al pequeño rubio emocionado.

—Ahorita.

—Al fin despertó la persona más ciega y lenta de Ohio —se burla Fabio entrelazando sus brazos.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora