39. Con la persona equivocada

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Lucía

Estiré mi brazo en busca de mi novia, y al no sentirla, abrí mis ojos dándome cuenta de que estuve durmiendo sola por no sé cuántas horas. Me di media vuelta hacia la ventana donde entraba toda esa luz molesta, y me encontré a mi novia, estaba sentada delante de una mesita haciendo unos recortes.

¿Tenía tarea?

Agarré una colcha mediana, tapando mis hombros, y caminé hacia ella, sorprendiéndola con un beso en su cabeza.

—¿Qué haces despierta tan temprano, cielo? — pregunté con mi voz ronca.

—No podía seguir durmiendo, y se me ocurrió hacerte esto — alzó una corona de papel azul Para mi princesa — susurró poniéndome la coronita.

Esto es tan cursi.

Sonreí agachando mi cabeza, entré en pánico de nervios y no puedo mirarla a los ojos.

—Gracias... Deja de ponerme nerviosa siempre — formé un puchero, provocando su risita suave.

Y me perdí de nuevo, viéndola con mi camisa negra de la preparatoria, pero esta estaba abierta, dejándome ver sus llamativos pechos y su atractivo abdomen.

Siempre me llamó la atención su abdomen, su sonrisa también, y su risa...

Oh perdón por agarrar tu blusa, tenía frío y estuvo a mi alcance.

—Vas a dejar tu aroma, me gusta, tenlo puesto un rato más.

Sujetó mi mano, llevándolo hasta sus suaves labios, dejando un... Dos... Tres... Besos.

—Me encanta tu respiración calmada mientras duermes, me gusta sentirte cerca de mí.

—¿También te fascina ponerme nerviosa?

—Lo disfruto — admitió dejando un último beso en mi mano — ¿Quieres desayunar? Debes alistarte, cielo.

—¿Vas conmigo, verdad?

—Sí, Lu — se levanta sosteniendo en mi cinturaDebería cambiarme, también ¿Me prestas una sudadera?

—Todo mi clóset es tuyo, agarra lo que quieras.

Inclinó su cabeza hacia lado sin dejar de mirarme a los ojos, sonrió muy leve notando mi nerviosismo, otra vez.

—Me encantan tus ojos, me pierdo muy fácil en ellos — suspira para luego dejar un beso en mi frente A veces pienso que fueron tus ojos los que me hechizaron.

—Mi familia es mafiosa, no brujos. Ver mucho Harry Potter te está haciendo daño.

Ríe a carcajadas estirando su cabeza hacia atrás.

—Matas mis cursilerías.

—Te sobre pasas un poquito — Hice una seña con mi mano, referente a la última palabra — ¿Qué hora es? Se hará tarde.

—Fabio me mandó un mensaje avisando que pasará por nosotras ¿Siempre lo ha hecho?

—Sí, a él le gusta recogerme y a mí me gusta que me lleve a la escuela — me encogí de hombros.

—Me agrada él, oculta mucho.

—¿Te agradan las personas misteriosas, cierto?

—Sí, es interesante. Y por esa razón terminé enamorándome de una rubia misteriosa.

—Ese apodo no va conmigo — arrugué mi nariz — le pertenece a Melanie.

—Bien... Pensaré en otro.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora