70. Moriría por ti

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Lucía

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Lucía

—¿Y qué quieres decirme? —le pregunto a mi padre que se encontraba con los brazos cruzados.

—Puedes tomar asiento, Lucía.

—No, gracias, estoy ocupada. Fabio me está esperando.

Hoy debía acompañarlo a comprarse su traje, no se ha decidido por ninguna de sus opciones anteriores, por lo tanto, me llevará a mí, y a mi novia. A Melody también, porque tampoco separó su vestimenta. Yo me sentía irresponsable, pero se me pasó con verlos.

Estos últimos días han sido de puro ensayo para las nacionales, esta tarde es el ensayo general de la competencia, y no quiero asistir. El profesor está cansado de regañarme por soltar insultos a mi compañero. Es culpa de él por ponerme a cantar con Noah.

—Lucía, ¿me estás escuchando? —llama mi atención golpeando la mesa. Parpadeé enfocándome en el hombre de traje.

—Sí.

—Tu madre me comentó que estás dudando en postularte para Yale. ¿Se puede saber por qué?

—No lo estoy dudando —murmuro.

—Sé que sí —recuesta su espalda en el asiento —¿Te acuerdas de tus dudas? De todos los interrogatorios que me has hecho.

—No me has contestado ni una —giré mis ojos, molesta.

—Dejando de lado tus estudios, Lucía —con su mano lleva los folletos de las instituciones hacia un lado de su escritorio—Si quieres saber la verdad, y averiguar al fin la verdad. Deberás ir a New Haven.

—¿A qué te refieres?

—Tendrás que cambiarte de ciudad si quieres saberlo.

—¿Qué te cuesta decírmelo?

—Quitaría el lado divertido, hija —esa respuesta sí me agradó, porque es algo que yo diría.

—Convénceme.

Alza su cabeza, mostrando una chispa diferente en sus ojos, como diversión o ilusión, una combinación extraña. Mi padre esboza una media sonrisa turbia, me daría miedo si no fuese mi progenitor.

—El lugar perfecto para huir, esconderse o rehacer tu vida, es New Haven.

¿De verdad piensa que soy capaz de entenderlo?

Por favor, mi novia era la dueña de las cartas anónimas y no me percaté.

—Sé más claro.

—Lucía, presta atención. Recuerda lo que has tratado de averiguar, tú no obtienes respuestas porque estás en el lugar incorrecto.

—Ahora sí entendí —asentí, pensativa.

—Te lo decía porque parecía importarte mucho —se encoge de hombros volviendo su atención en sus papeleos —Es decisión tuya, Luc.

Importarme mucho...

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