34. ¿No debería de ser al revés?

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Vanessa

Ayer, cuando llegué a casa, recibí los mismos regaños. No quería escucharla, por lo tanto, me encerré en mi habitación todo el día.

Salí recién en la mañana siguiente para ir a mi universidad, felizmente mis padres ya se habían ido a su trabajo.

Hoy solo tuve tres horas de clase, y vine a la preparatoria de Lu para verla. En estos momentos estoy en la cafetería, junto al club Stars.

Por más que quisiera entrar en su conversación, mi cabeza no me permite. No puedo dejar de pensar en lo que mamá me dice todos los benditos días, me siento de mal humor, con ganas de callar a todos los presentes.

Siguen repitiendo que por qué ganaron el segundo puesto y no el primero. Se me hace estresante, ¿Por qué no encuentran otro tema de conversación?

—¿Estás bien?— murmuró Sam cerca a mi oreja.

—Sí.

—No te creo.

—No me creas, pues.

El castaño me miró sorprendido, estirando muy leve su cuerpo hacia atrás.

—Me acabas de hablar feo — trató de hacer un puchero — ¿Qué pasa?

—No es momento Sam.

—En la hora de salida me esperas en el lugar de siempre.

Rodé los ojos con resignación, preferí no contestarle.

Volteé mirando hacia mi lado izquierdo, Lucía está comiendo bien tranquila mientras escuchaba la historia de Esteban.

Me acerqué con la intención de dejarle un beso en su mejilla, y justo, ella gira su rostro, causando un corto e inesperado beso en los labios.

Mi rostro empezó a arder por el silencio que causamos, acompañado de miradas graciosas de los demás.

A veces me pregunto: ¿Por qué a algunos les gusta llamar la atención? Sin duda, no es lo mío.

La rubia me regaló una sonrisa enternecida, para luego seguir comiendo, carraspeó su garganta queriendo ignorar la vergüenza que sentía.

Apoyé mi mentón sobre mi mano derecha, sin dejar de verla atentamente. Relamí mis labios, saboreando el sabor a yogur que me dejó.

Ella es tan dulce, no entiendo por qué mi mamá no me apoya, duele no tener su aprobación, y retiene el segundo paso, que deseo dar.

. . . .

Lara

Estacioné el auto sin problemas en el gran espacio, afuera del hospital donde trabaja Vivian. Suspiré sacándome el cinturón de seguridad.

El mensaje anónimo estaba enviado, solo queda esperar a que salga.

Recuerda, no te desvíes del tema, tienes que decirle solo lo importante. Lo haces por ellas, no por ti.

Unos cinco minutos después, vi saliendo a una pelinegra con su uniforme del trabajo, hace un rato, ella terminó de realizar una operación, según las novedades que me envió Nahum.

Salí del auto y me dirigí hacia ella, aún no se daba cuenta de mi presencia por estar de espaldas.

—Nos volvemos a ver. Ha pasado mucho tiempo — se tensó, apenas escuchó mi voz. Se dio media vuelta con lentitud — Por cierto, se te ve muy bien tu uniforme.

No empieces.

— ¿Qué haces aquí?

— Vine para hablar.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora