66. Bosque

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Lara

Me acomodo sobre mi silla de cuero oscuro, bebiendo un café caliente. Observo mi despacho que fue ganado por las sombras, me fijé en cada rincón evaluando cada detalle en mi cabeza sobre los últimos problemas que ha sucedido. Frente a mí, en mi escritorio, se encontraban todos los papeles ordenados, los documentos más importantes guardados en un folder azul.

Bastaron diez segundos para que Alejandro se aparezca, con gesto de enojo y cansancio. Alcé mis cejas con diversión, y este solo cierra la puerta con su pie. De un tirón se deshace de su saco molesto, viendo el sudor consumiendo en su camisa.

Dejo mi taza en mi mesa, lista para escucharlo quejarse.

—Estás arruinando mis contratos —suelta entre dientes, luego de tomar asiento —Pero qué no haría por ti.

Su confesión me tomó de sorpresa.

—¿Al fin pones a tu familia antes que a tus amigos?

—Siempre lo he hecho.

Niego dejando salir una risa amarga.

—Cuéntame qué te ha dicho Mark, o Hendry —apoyé mis codos en mi escritorio, inclinando mi cuerpo hacia delante.

—Te piden por favor que les regreses a sus hijos.

—No los tengo secuestrados, ¿se les olvida? Hugo se ha ido con sus abuelos, lo recogieron esta mañana.

—¿Qué? —abre sus ojos —¿Por qué dejaste que se lo lleven?

—Es su familia, Alejandro. Fabio ha hablado con su madre, tengo entendido que ella está de acuerdo que aún se quede aquí.

—¿Qué tanto planeas, y por qué no me haces parte?

—No dudarías en usarlo en mi contra... —murmuro abriendo el cajón de mi derecha —No creas que utilizaré a sus hijos por venganza, ¿no piensas eso de mí, verdad?

—No. No. Quiero ser parte de tus planes, confía en mí. Lara, soy tu esposo.

—Me supongo que has investigado la ciudad de New Haven. ¿Aún tienes la idea de mandar a tu hija allá lejos?

Al encontrar la hoja que Luc me entregó hace unos días, era una actividad que ella realizaba en su terapia, y convenció a Camila para que haga lo mismo. Después de observarla por un par de horas, me aturdía la idea de que mi hija pudiera tener algún tipo de dificultad emocional, y la culpabilidad me ahogaba.

—Hablando de esa ciudad... Los involucrados que la perseguían... No he encontrado rastros de ellos.

—¿Qué? —alcé mi mirada hacia él. Su preocupación se hizo visible en sus gestos —Ellos son de New Haven. Alejandro, estamos hablando de un grupo de adolescentes. ¿No puedes contra ellos?

—No es el problema —explica —. Al parecer nunca llegaron a su ciudad. Ellos se encuentran aquí.

—¿Por qué no me avisaste antes? —me pude de pie, agarrando mi celular —Lucía ha salido con Valerie al bosque, ¿te das cuenta del riesgo que debe estar corriendo tu hija?

Esa noticia lo alerta, sobresaltando de su asiento. Unos segundos se quedó congelado por los nervios, y su torpeza con la lengua, intentando hablar.

—Me encargaré, en seguida, no te preocupes.

...

Lucía

Han pasado tres semanas desde la última vez que hablé con Nessa, luego desde ese día no volvió a regresar a la escuela, se va a cumplir un mes, y mi remordimiento me desespera. La traté de tonta, sabiendo que no lo es.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora