56. Tiempo

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Lucía

Mis ojos se quedaron clavados en aquella escena, e hincones en la zona de mi pecho se hacían presentes. Quise desviar la mirada, pero no pude evitar escucharla dictando su número. Cierro los ojos apretando los parpados por las ideas oscuras.

—¿Te sientas bien? —susurra Fabio. Me centré a observarlo, inclina su cabeza mostrando su preocupación. Me limité en asentir y salir del aula.

Desbotoné el cuello de mi camisa y lo jalo intentando darme un poco de aire. Un calor inexplicable crecía desde mi torso hasta llegar a mi rostro, donde se hacía más molesto, y me impedía seguir respirando con regularidad.

Detrás de mí, se escucharon pasos apresurados, acercándose, y entré en conflicto si detenerme o seguir huyendo de la escuela. Estoy segura de que se trata de Nessa.

—Lu, espérame —logra alcanzarme sujetándome de mi mochila —¿Por qué te vas tan pronto?

Si le dices te verá como una exagerada.

Guardemos silencio.

Giré mi cabeza haciendo mi mejor esfuerzo para verme tranquila. No era buena idea hablar, pero debía hacerlo.

—¿Qué pasa?

Arquea sus cejas mostrando confusión, y da un paso al frente.

—Se supone que nos iríamos juntas, así quedamos ayer.

—Bien.

Su mano buscó la mía con cariño, pero la frialdad de mis dedos me delataba. Intenté sonreír, pero mi mirada no me ayudaba. Seguí mis pasos apurados, tenía la gran necesidad de entrar al auto, porque en mis brazos aparecieron unos temblores inoportunos.

—¿Yo conduzco, de acuerdo? —asentí subiendo en el asiento del copiloto. Oculto mis manos temblorosas dentro de mi saco, y apoyo mi cabeza en la ventana —¿Qué sucede?

—¿De?

—¿Me cuentas? —extiende su mano esperando la mía —¿Estás molesta conmigo?

—¿Por qué le diste tu número?

—Es mi amigo...

—Nunca se hablaron antes ¿Por qué ahora sí? —interrumpí —¿Era necesario?

Nessa se gira, sorprendida ante mi reacción.

—No entiendo por qué estás reaccionando así, Noah solo es un compañero.

Aprieto mis labios, sin querer responder nada. En mi garganta empezaba a formarse un nudo doloroso. Sus palabras resonaban en mi mente, mezclándose con el montón de mis pensamientos negativos.

Es como una advertencia de estar perdiendo algo.

Y no quiero perderla.

—Cielo —su suave voz llamó mi atención. Parpadeé quitando mis lágrimas acumuladas, que no me dejaban verla —Dime qué te incomodó.

—Su presentación. Lo odié. Sus miradas eran muy... reales, la conexión que demostraron, no sé.

—Lu —susurra atrayendo mi brazo para tomar mi mano —Lamento si te hice sentir así de mal, pero todo fue parte de una actuación, nada más. Por favor, no quiero que esto nos afecte.

—Lo siento, no pude evitar sentirme así, y lo intenté mucho —quería expresar y soltar lo que sentía, pero mis palabras se tropezaban con el nudo de mi garganta.

—No pasa nada, cielo —acaricia mis mejillas, despacio, mostrando una pequeña sonrisa tranquilizadora —En toda la actuación pensé en ti, no lo hubiera logrado si no te imaginaba allí, cantando conmigo.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora