54. Mi carta

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Alisson

La puerta de mi casa se cerró detrás de mí como un sonido apagado. Apenas alzaba la mirada, encontré a los mellizos esperándome, ambos afuera del auto, apoyados en este mismo. Intentaban disimular sus murmullos entre gruñidos y codazos bruscos.

—Hola —me obligué a sonreír.

—¿Cómo estás?

—No seas idiota, ¿Cómo le vas a preguntar eso?

—No peleen, me duele la cabeza —pedí.

—Ya oíste.

Chris se apresura a apartar a su hermana del camino para permitirme entrar al carro, pero al notar cómo ambos esperaban listos para empujarse por quién iba luego, negué con la cabeza.

—Iré al medio, Cam entra primera —la seguí quitándome la mochila —Hola Naum.

—Buenos días, señorita Alisson —hace un gesto de amabilidad a través del espejo.

—¿Tu hermana? —pregunta Camila colocando su mano sobre mi rodilla.

—Salió temprano, tenía prácticas.

Anoche, no la dejé descansar y nos madrugamos por mi culpa, no recuerdo en qué momento me dormí, pero ella no se fue. Su compañía me hacía falta, y esa noche, me recordó la razón del porqué amo a mi hermana, siempre está para mí y su consuelo lo encontraré a pesar de la hora o lugar.

Estuve por decirle boba, pero esa mujer es inteligente, de boba no tiene nada.

Aunque cuando está con Lucía, se pone tonta, en el buen sentido de la palabra.

—¿Qué clase nos toca?

—Matemáticas.

—El curso favorito de tu novio, es un asco con los números.

—¿Por qué siempre tienes que mencionar a Devon?

—Porque es tu novio.

Aquí vamos de nuevo.

—¿Es necesario que me recuerdes mi desgracia?

Aquella frase resonó en el auto, y aunque luché para contenerme, una carcajada se escapó de mis labios. Suelo disfrutar cuando insulta a Cross, porque suena muy natural y graciosa. Hasta podría apostar que lo suyo es más falso que Nessa siendo rubia.

—¿Qué le viste? —cerré mis ojos con fuerza al darme cuenta de mi pregunta innecesaria. Y esta vez, Chris se echó a reír como loco.

—Nada —la miré arrugando mi frente —Es fuerte...

—Por favor... Le dieron cinco colchonetas para cargar y se fue de cara —el mellizo sigue burlándose.

—Es popular.

—Popular es Izzie, y los mismos ángeles negros.

—Es lindo —me daba risa como intentaba sonar segura, pero sus gestos de disgusto se le escapaban.

—¿Quieres que te compre unos lentes?

—Bien, no sé qué le vi. ¿Contento?

—No hasta que te desinfectes la boca.

—Bicho sucio.

—Loca.

—Hemos llegado a la escuela —avisa Naum luego de estacionarse.

—¡Al fin! Digo, estamos llegando tarde a clases —apuré a Chris dándole golpecitos en su espalda —Nos vemos después —corrí a escabullirme en los vestidores.

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