42. Algo más oculto

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Lucía

— ¿Lo entiendes, verdad cielo?

Mi novia me ha dado una lista de razones del porqué no debo faltar el respeto a mi padre, intenta regañarme de una manera dulce, o así lo siento yo. Hemos acabado nuestro desayuno hace media hora y no me deja ir a mi habitación, hasta terminar este tema.

— ¿Se gana algo? No. ¿Va a retroceder el tiempo para empezar a ser un buen padre? Tampoco. ¿Volverá a fallarme? Sí — si él nunca me hubiera dejado aquí sola, mi historia sería diferente — Dice amarme, pero no lo demuestra.

— Es comprensible tu resentimiento hacia él, pero tú me preocupas, porque te estás haciendo daño viviendo cada día con una carga negativa, tensión y odio, acabará con tu salud emocional.

— No parece, pero lo intento y no puedo, no sirve de nada.

— Sí puedes, cielo. ¿Lo has hablado con tu psicóloga?

Carraspeo mi garganta esquivando su mirada. Han pasado varias semanas desde mi última cita.

Abrí mi boca preparada para decirle cualquier excusa, y en eso se escucha cerrarse la puerta principal, fuerte, ocasionando un eco en toda la sala.

—No puedo traerte siempre con el señor Co.

Fabio apareció cargando a Hugo de un brazo, y del otro al peluche grande. Me emocioné al ver que el menor tenía puesto la sudadera celeste con lunas blancas, que yo le regalé.

— ¿A qué se debe tu bonita visita?

— Siempre hago bonitas visitas, gracias — Nessa se ríe por como contesta el otro. Hugo se cuelga del cuello de su primo, y se estira para darme un beso en la mejilla

— ¿Qué tal la pasaste con tus abuelos?

— ¡Muy bien! — estira su cabeza hacia atrás, sonriendo grande. Lo sujeté con cuidado, al notar que él quería sentarse en mis piernas — Había un pavo grande navideño en el medio de nuestra mesa.

— ¿Estuvo rico tu cena? — acaricié su cabello — ¿Tuviste muchos regalos?

— Sí, yo comí todo, si no, no podía abrir mis regalos — cuenta como si fuera muy trágico — Tuve cinco regalos míos — me enseña cuatro dedos.

— Te falta un dedo — murmura Fabio apoyando su brazo sobre mi novia — Hugo, mira, ella se llama Vanessa — apoya su cabeza en mi pecho y la mira de reojo — No la mires así, Lucía se molestará contigo.

Mi novia eleva una pequeña sonrisa y saca un chocolate de su bolsillo.

— Me avisaron que vendrías y te traje esto, a ti te gusta mucho.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunta mirándola emocionado.

— Puedo leer mentes — susurra, haciendo un gesto de sorpresa.

— Tiene cinco, no tres — se queja su primo entre dientes.

— ¿De verdad? ¿En qué estoy pensando ahora?

— Valiste...

Nessa entrecierra sus ojos tratando de adivinar.

— Qué ojalá fueran dos chocolates, y la casualidad de... — de su otro bolsillo vuelve a sacar un chocolate — Traje dos y solo para ti.

Hugo seguía impresionado, no podía ni sostener bien sus dulces. Mi novia le ayuda a abrir uno, le parte un pedazo chico y lo entrega.

— No puedo creerlo, con niños eres un dolor de cabeza doble.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora